«SALA DE ESPERA» Cinismo - Mujer es Más -

«SALA DE ESPERA» Cinismo

Por. Gerardo Galarza

Durante el priato, el quinto año de un sexenio era el del “destape” del candidato presidencial y también el último año de gran poder el presidente de la República en funciones, porque era un año de viajes por todo el país y de inauguraciones y grandes actos de lucimiento, ya que en cuanto hubiera “ungido” su poder político comenzaba a ser transferido.

Hoy ocurre más o menos lo mismo en el obradorato. Será el año de “destape” de la “corcholata”, según el lenguaje presidencial, seleccionada para ser el candidato del nuevo partido oficial a la presidencia de la República, aunque seguramente los recorridos por el país del titular del Poder Ejecutivo Federal no serán tan lucidos y son probables las inauguraciones de sus obras faraónicas, que ahora son sólo son dos, aunque no se concluyan totalmente: una refinería obsoleta y un tren en el sureste del país, que ha arrasado con la ecología de la zona.

Más o menos lo mismo, pero de la peor manera, porque ciertamente no son iguales. En el fondo sí, pero no en la forma. El inteligente patriarca priista Jesús Reyes Heroles decía que en política la forma es fondo. Y ahora en lo público impera el cinismo, que antes era privado. Y no, nunca será un avance, y ciertamente tampoco un retroceso. Son dos formas de cinismo, nada más; una más escandalosa que la otra.

Al final del 2023 habrá candidatos a la Presidencia de la República. Fieles a la cultura política priista, los mexicanos jugarán ese juego del “destape” del candidato del partido oficial. De tiempo atrás el presidente de la República presentó a tres “corcholatas” para tal espectáculo: Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, aquí en orden alfabético. Las especulaciones, sin ninguna prueba, sostienen que la jefa de Gobierno de la CDMX es la favorita del presidente para hacerla su sucesora. Y hay otro que quiere ser candidato morenista al mismo cargo, pero que no cuenta con la simpatía presidencial: Ricardo Monreal.

El discurso oficial asegura que el candidato de Morena será aquel quien “gane” una presunta encuesta que nadie sabe, ni siquiera los morenistas, quién y cómo se hace. La realidad es muy simple: el candidato del partido oficial será quien decida Andrés Manuel López Obrador. Así de sencillo y la mayoría de sus militantes, como ocurría en el priato, se plegarán a esa decisión. Faltaba más, aun cuando el “destapado” no haya estado en el grupo de las tres “corcholatas” ni tampoco haya hecho pública su aspiración.

Es lo que la mayoría de los mexicanos verán este año y el gobierno federal quiere que lo vean para que olviden la inseguridad, la violencia, la extorsión, la impunidad, los asaltos y bloqueos en carreteras, el desmantelamiento del sector de salud público y la falta de medicinas, la inflación, la corrupción galopante, los “incidentes” en el Metro de la CDMX, la militarización del país… sin contar el desprestigio de instituciones como la Suprema Corte de Justicia de la Nacional y la UNAM.

Al gobierno federal le interesa ofrecer ese espectáculo tanto que con toda desfachatez el secretario de Gobernación, quien es uno de los tres precandidatos, reunió en sus oficinas a los 16 gobernadores y a los dirigentes nacionales de su partido para fijarles la agenda política del año y los compromisos que deberán asumir en el proceso de la designación del candidato presidencial.

Ahí se les entregó una carta firmada por el dirigente morenista, Mario Delgado, en la que se les pide a esos gobernadores “piso parejo” para la promoción de los cuatro precandidatos oficialistas, pese a que los funcionarios públicos están impedidos legalmente para participar como tales en acto de campaña electoral.

Se llama: cinismo.

¿Qué en el priato ocurría? Por supuesto, pero guardaban las formas en beneficio del fondo.

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