Por. Fernando Coca
Marcelo Ebrard propuso en el programa de Joaquín López-Dóriga que la elección del candidato de Morena a la Presidencia de la República tuviera varias condiciones para hacer del proceso interno un ejercicio democrático: debates, renuncia a los cargos que los aspirantes detentan, que las encuestas sean verificables y piso parejo para garantizar la unidad partidista y que eso suceda en el primer trimestre del año próximo.
La propuesta del canciller fue aceptada por el presidente López Obrador, por la sedicente favorita Claudia Sheinbaum, el senador Ricardo Monreal y Adán Augusto López en lo que tiene que ver con los debates. Hasta ahí, todos coinciden.
Los peros ya los puso la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Ella no quiere dejar su cargo porque sabe que su pretendida fortaleza se convertiría de inmediato en una debilidad política que la dejaría expuesta a una derrota descomunal.
Hay muchos factores que dejarían de manifiesto las carencias políticas de la científica. No cuenta con operadores de nivel para ir por una candidatura presidencial. Tampoco sabe operar sin los recursos del gobierno de la CDMX que, aunque podrían llegarle por medo de quien quede como interino, no podría disponer de ellos a placer.
A diferencia de Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Adán Augusto, ella no ha enfrentado una elección sin la tutela de López Obrador.
Claudia Sheinbaum fue derrotada en el 2021 en el epicentro del obradorismo. No solo fue la CDMX, también fue derrotada, junto a su incondicional Higinio Martínez, en el Estado de México. Y siendo las dos entidades determinantes para ganar la presidencial, su derrota es mayor de lo que se ha analizado hasta hoy.
La popularidad de Sheinbaum radica en que los operadores que envía a cada estado con la afirmación de que el presidente López Obrador ya decidió por ella y, además, les llevan recursos para aceitar las estructuras.
La nominación de Morena se hará por encuesta, por ello la propuesta de que cada aspirante tenga a su encuestadora haciendo espejo a lo que haga el partido le daría transparencia y credibilidad al proceso interno.
Los frentes abiertos por el gobierno de la CDMX como la represión a los pueblos originarios de la ciudad; la no persecución política de los panistas por lo que llama el Cártel Inmobiliario (sin tocar las alcaldías gobernadas por Morena); las agresiones físicas a sus adversarios en los eventos del presidente y los expedientes abiertos del Colegio Rébsamen, la Línea 12 del Metro y la muerte de dos jóvenes mujeres que cayeron en una coladera abierta hacen de Claudia Sheinbaum una adversaria débil.
Ella no quiere renunciar a su privilegio de “gobernar” la ciudad mientras hace campaña. Eso en la 4T se llama vulgar ambición.
La Letrina. ¿En Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón, Gustavo A. Madero e Iztacalco no hay, no hubo, Cártel Inmobiliario?