Por. Bárbara Lejtik
A los mexicanos nos gusta sufrir, de eso no me cabe la menor duda, simplemente con observar lo que comemos; no hay platillo que pueda prescindir del picante y allí estamos, sudando, jadeando, pasándonos el taco con litros de refresco, para unas horas después estar muriendo del dolor de estómago, inflamados, adoloridos y con el sistema digestivo hecho pomada, pero seguimos y seguimos. Comemos todo lo que nos hace daño, todo junto y combinado, carbohidrato, lácteo, grasa, azúcar, picante y refresco.
No solo eso, fumamos, nos desvelamos, bebemos alcohol a la menor provocación, aunque al otro día la resaca nos esté matando en el trabajo; nunca nos negamos a una buena cerveza.
A muchas mujeres nos encanta usar tacones y no importa que no soportemos el dolor de pies, que padezcamos juanetes, uñas enteradas, dolor en la columna, cada vez los usamos más altos y con menos pudor.
Por si fuera poco el dolor cotidiano que nos ocasionamos… ¡amamos ver el futbol!
No hay copa, campeonato o cascarita entre cuates en la que no entreguemos el alma, como sí fuéramos los hijos o padres de los jugadores nos apasionamos al máximo, hacemos apuestas, frenamos nuestras vidas, entregamos el alma y no ganamos nunca; pero acabamos más desgastados que el capitán que jugó todos los partidos, nos gastamos hasta lo que no tenemos en ir a ver jugar a nuestro equipo, en tener la camiseta oficial y original, en comprar botanas y bebidas para ver los partidos como se debe y al final acabamos llorando por los rincones y jurando que es la última vez que nos aventamos a parar las balas con el pecho como si fuésemos nosotros los seleccionados.
Nos involucramos en política, aún sabiendo que no somos más que la carne de cañón de los partidos políticos y los intereses secretos de los principales empresarios y políticos de este país. Ahí estamos debatiéndonos como soldados en el frente, perdiendo amistades, haciendo corajes, quedándonos sin bilis por situaciones que muchas veces ni siquiera estamos cerca de conocer.
Por lo general nos sale más caro el caldo que las albóndigas, gastamos más en terapias, medicamentos etc., que en prevención.
Es algo que está en nuestro ADN, nos gusta vivir al límite y así somos, gastar más de lo que tenemos, estirar la liga siempre un poco más, hacernos los valientes y aventarnos sin saber si abriera el paracaídas de cada quien, por eso nuestra frase favorita es “Solo se vive una vez” y somos una incógnita para las demás culturas pero también un ejemplo de optimismo y resiliencia.
Así somos y no tenemos remedio, si no hay suficientes pretextos los inventamos, nos caemos, nos dolemos y nos volvemos a levantar.
Somos mexicanos y un gol más en nuestra portería no nos va a hacer jamás abandonar el juego.