- La combinación perfecta
Por: Cut Domínguez
Nos encontramos en el restaurante de una conocida tienda en Coyoacán de la Ciudad de México. Los comensales pudieron haber adivinado que uno -yo-, estaba impresionado y harto complacido; Adriana Avilés -en cambio-, segura de sí misma, con su belleza elástica y una piel tierna parecida al pan, miraba con grandes ojos color de avellanas, parecían declarar una riña amorosa a su dentadura coronada por rojo carmesí. Más que charla rutinaria, fue una sesión de terapia de casi tres horas sobre la conducta y las “Órdenes del Amor” o constelaciones familiares, entre otros temas.
De la primera, explica con garbo y buen tono: “Es el resultado de nuestros aprendizajes y nuestras experiencias, de como hemos razonado y las hemos sentido; porque en el exterior está el factor que nos estimula animándonos a pensar. Se procesa y luego mediante el sentimiento sale de nuevo al exterior” Aclara que se da como un círculo. “Según haya sido mi vida, es mi sentimiento y mi pensamiento”, comenta.
Esta mujer, cuya inteligencia atrapa, que suma poco más de los 40 -no parece-; Terapeuta en Sistemas y creadora del sitio Regresa a tu Interior, sigue: “No es general, cada quien va a reaccionar dependiendo de sus vivencias y sentimientos y como los procese, puede ser una conducta”. Es válido decirlo, y lo dice con firmeza que ese podría ser su comportamiento en el mundo, de acuerdo a su manera de haber captado los estímulos, como los ha sentido y razonado.
En ningún momento pierde la sonrisa, luce una blusa negra y una pequeña lámina de plata con la letra “A” que acaricia su cuello. Señala a la escuela humanista como formación, aunque rescata algunos principios de Bert Hellinger, descubridor de los órdenes básicos de la vida, que denominó “Órdenes del Amor”, cuya importancia radica en ser las constelaciones familiares. “Él, nos hace ver los lazos indivisibles que hay con la familia, como nos puede afectar algún asunto no resuelto en cierta generación de ancestros”, reitera.
Siempre observadora, al fin Virgo, también pintora de abstracto al óleo, admiradora de Batman y apasionada por las lillis y los colores rojo, azul y negro, ofrece un buen gesto tan pronto se le pregunta sobre la correlación entre el corazón y el pensamiento.“Van de la mano, el primero tiene una fuerza increíble; pero el cerebro es un enorme procesador. Los dos se necesitan, es una comunión invencible”, señala y puntualiza que son la combinación perfecta.
Adriana Avilés, también Licenciada en Diseño Gráfico, es el tipo de persona que cualquiera desea tener como amiga. Da la impresión ir de la mano con la expresión de García Márquez, “No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad”. Explica: “El concepto es muy abstracto, para unos puede ser un estado de tranquilidad y para otros tener una casa y automóvil”. Destaca que es la autoconfianza, la autoestima honesta y clara; la que da tranquilidad y confianza para expresar los dones y virtudes de cada uno. “Aquellos que te hacen sentir paz y felicidad”, abunda, mientras roza con los dedos una pulsera de cuero hecha en Valle de Bravo.
Admite ser de carme y hueso, y señala la impaciencia como su mayor defecto. A veces quiero las cosas ¡ya!, dice. Aunque se jacta de ser abierta para el aprendizaje. “Confronto y pregunto, si me late, va conmigo, sino, no; pero no acostumbro cerrarme a todo aquello nada más porque me lo dicen. Me encanta explorar” [ríe].
Transcurre el tiempo y la conversación se vuelve más interesante. La asidua lectora de Muchas vidas muchos maestros, de Brian Weiss, habla con solvencia. Considera a propósito del miedo: “Es lo contrario al amor, mucho se piensa que es el odio, pero no; porque el miedo te aleja de tus metas, de tus deseos”. Afirma que la frecuencia del miedo es baja, mientras la del amor es mayor. “Sin embargo, vivimos una dualidad y tenemos que coexistir con ambos”, añade.
Está a favor del empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, en el crecimiento de éstas y su expansión en todos los ámbitos de la sociedad; siempre y cuando vaya de la mano con la de los hombres. Porque, piensa, que somos compañeros, no solamente de pareja, y se puede y debe caminar juntos, en equipo. Concluye con su frase favorita: “Más vale tarde que nunca”.