Por. Adriana Luna
“Ni siquiera canta”, “nada más porque es hijo de Vicente Fernández se cree que canta”, fueron algunas consideraciones que externaron reporteros para no cubrir la primera rueda de prensa en Guadalajara, a la que hace décadas invitó ‘El Potrillo’, Alejandro Fernández. Entonces sólo asistimos tres reporteros: Nancy Luna, José Luis Sánchez Higareda y yo. Alejandro todavía estaba nervioso por enfrentarse a las preguntas de un profesional de la información con grabadora en mano. Las respuestas a las preguntas eran sinceras, sin pose alguna.
Entonces nos comentó de por qué dejaba inconclusa su carrera de arquitectura para dedicarse a la artisteada. Cómo había visto que su padre se sacrificaba por mantener a su familia. Que él se había preparado a conciencia bajo la tutela de su padre para sacar su primera producción con mucha calidad y repleta de amor a la música ranchera y a México. También era un joven que se declaraba profundamente enamorado y ‘fielmente fiel a su novia’.
Al pasar de los años, todo cambió. Él fue ganando popularidad. Se multiplicaron sus discos, sus conciertos. Su fama creció por todo el mundo. Se convirtió en padre. También su vida amorosa dio un vuelco total.
Definitivamente, Alejandro Fernández ya no es aquel jovencito inexperto al que conocí.
Hablé con él en uno de los momentos más difíciles para la familia, el secuestro de Vicente Jr. Fue en el tiempo en que todavía no se sabía dónde estaba, la tensión era insoportable. Cada que sonaba el teléfono se le aceleraba el corazón, tenía que responder a los victimarios. Obviamente toda esa fama, tragedias, escándalos y protecciones autoimpuestas implicaron que poco a poco se volviera inaccesible para la prensa.
Ahora es inalcanzable. En los conciertos y palenques que suelen terminar en la madrugada, un sin fin de reporteros lo esperan -sin importar riesgos de seguridad a deshoras- para ver si accede a responder unas cuantas preguntas. Es que, los profesionales esperan que haya aprendido de su padre, que nunca, ni siquiera en su muerte, dejó plantados a los periodistas.
Siempre les dio un trato privilegiado. Incluso en los funerales, la Prensa tenía un área específica de atención, con las protecciones puestas por la familia, pero siempre presentes, porque Vicente sabía lo que un medio de comunicación significaba para el éxito de su carrera artística.
Sin embargo, el trato discriminatorio y en ocasiones hasta irrespetuoso al trabajo del periodista ha sido tan reiterado que ya no se soportó y este fin de semana representantes de medios de comunicación local, nacional e internacional se unieron en la decisión de no cubrir informativamente la presentación de Alejandro, en el Palenque de las Fiestas de Octubre. Para llegar a esta determinación pasaron horas, múltiples llamadas y mensajes entre los profesionales de la comunicación. Todos coincidían en que el mensaje para Alejandro Fernández y su equipo, tenía que ser respetuoso, pero alzando la voz por el maltrato sufrido. Después de varias horas de deliberación, se acordó un texto unánime, se habló a las redacciones con los editores hasta recibir luz verde. Siempre es difícil lograr una decisión conjunta con los periodistas ¡definitivamente! Aún con todos los cuidados en el contenido de la protesta, hubo empresas y jefes, que por intereses comerciales que esto implica, externaron su desacuerdo, hasta deslindándose del escrito. Lo que definitivamente es una bofetada, no para un reportero sino para todo el gremio. Hubo otros, que acudieron a cubrir el evento, traicionándose así mismos y causando vergüenza gremial.
Unos creen que ser reportero de espectáculos es ‘glamour’ y miles de seguidores en redes sociales, pero sólo un reportero verdadero, ese que reportea en calle y que no tiene miedo a hacer preguntas, conoce a qué huele la vulnerabilidad. Duele hasta el tuétano.
No extraña entonces que el gremio periodístico hoy sufra el descrédito, la discriminación y la vulnerabilidad que ha terminado con la vida de decenas de profesionales.
¡No es un juego!¡La vulnerabilidad de un profesional informativo cobra vidas! Sin embargo, los golpes muchas veces vienen del interior de las empresas, dejan a sus reporteros vulnerables y después cuando estos se enfrentan a la muerte, entonces sí, se rasgan las vestiduras, cuando los están matando desde adentro de sus filas.
Todo profesional reconoce la importancia de mantener informado al público, de los intereses económicos que cada fuente representa, de los riesgos que uno tiene por conseguir una nota, no se diga una exclusiva.
Todos extrañamos la fortaleza de un medio de comunicación, porque vemos con tristeza cómo se adelgazan las redacciones, cómo se apagan las computadoras, cómo se multiplican las empresas que cierran. No debemos olvidar que lo que hace fuerte a una empresa de comunicación es la credibilidad y el profesionalismo de su gente. Así que, en lugar de desacreditar la unión gremial se debería aplaudir, respetar al profesional de la información y defender el derecho del público a estar informado. ¡No se trata de un artista, se trata de la libertad de Prensa, la libertad de expresión, la democracia de México!