Por. Paty Betaza
¿Por qué si más del 50 por ciento de la población mexicana es de mujeres y un 40 por ciento representa la población económicamente activa, sólo trabaja formalmente menos de la mitad?
¿Por qué las mujeres tienen pocas posibilidades de crecer laboralmente? Las respuestas tienen que ver efectivamente con la desigualdad frente a los hombres.
Aquí algunos datos:
- Solo 4 de cada 10 mujeres forman parte de la fuerza laboral del país.
- Las mujeres ganan 19.2 por ciento menos que los hombres desempeñando el mismo empleo.
- Pero también no es lo mismo trabajar en la Ciudad de México que en Chiapas.
De acuerdo con el estudio Estados #ConLupaDeGénero 2022 del Instituto Mexicano para la Competitividad, Imco, revela que en promedio los estados obtuvieron 43 de 100 puntos en la evaluación de ocho indicadores que miden las condiciones laborales para las mujeres.
El mayor desafío es generar incentivos para mejorar las condiciones laborales, mayores ingresos, mayor participación de mujeres en puestos de liderazgo y establecer políticas de flexibilidad que sean compatibles con las múltiples actividades que las mujeres asumen en este país.
Las entidades con mejor desempeño para la fuerza laboral de las mujeres son la CDMX, Baja California Sur, Baja California, Colima y Nuevo León. Tienen a menos mujeres en la informalidad, un 43 por ciento, en comparación con el 55 por ciento que trabaja sin prestaciones y sin ningún tipo de apoyo.
Según este estudio del Imco, las entidades son clave para lograr cambios en la participación de las mujeres en la economía. Los gobiernos estatales deben atender el desafío de inclusión con mejores condiciones.
Una mejor inclusión de las mujeres podría hacer crecer, dicen algunos expertos, el Producto Interno Bruto, al sumar a más de 8 millones de mujeres de aquí al 2030.
La pandemia quitó el empleo formal a 21 por ciento de las mujeres. El cuidado de los hijos o de familiares enfermos las obligó a tomar esa decisión. Quienes continuaron con el empleo, a través del trabajo a distancia, experimentan una sobrecarga laboral. Habrá que estar pendientes del costo para la salud física y mental. Por eso, trabajo incluyente, pero también digno.