Por. Alfonso García Pérez
1) Originalmente las vacunas fueron planteadas para prevenir contagios de SARS-CoV-2, o COVID-19, al incrementar a las defensas inmunológicas, a través de inyectar la información genética del Coronavirus 2, y cada laboratorio certificaba y publicaba los márgenes de error, o de falibilidad, de sus vacunas: Pfizer y Sputnik 10%, AstraZeneca 30%, CanSino 50%. Pero una vez desplegadas las jornadas de vacunación, se descubrió que tales cálculos fueron equivocados, pues la mayoría de la población vacunada si contrajo la enfermedad, aunque también se descubrió que las vacunas redujeron a la virulencia del COVID-19, y por lo tanto, redujeron a los porcentajes de personas: muertas, hospitalizadas, o con convalecencia complicada.
2) En el desarrollo de la pandemia durante los últimos dos años, las instituciones confirmaron que el Coronavirus 2 mutaba, y que las diferentes mutaciones y linajes del mismo virus que pudieran surgir, evadían a veces a las defensas generadas por las vacunas, reduciendo aún más la eficacia de éstas.
3) Las gráficas de la Universidad John Hopkins de USA sobre COVID-19, demuestran que las vacunas casi no tuvieron índice de correlación con respecto al número de personas contagiadas, pero si con respecto al índice de personas muertas.
4) Varios meses antes de la aplicación de las primeras vacunas contra el Coronavirus 2; China, Indonesia, Nueva Zelanda y Australia controlaron a la epidemia, y redujeron radicalmente al número de personas infectadas, es decir, casi eliminaron a la transmisión y a circulación de los COVID-19, y de la saliva entre humanos. De hecho, las ineficaces vacunas chinas, solo fueron un refuerzo secundario, y no tuvieron ni tienen un papel tan relevante en la exitosa política china versus la COVID-19. Un ejemplo de esa política china es que toda su población utiliza cómodos y ligeros cubrebocas, aún en períodos con muy pocos contagios, y sin ofrecer resistencia social, como sucedió en occidente, donde se trató de imponer el uso generalizado de cubrebocas sellados de 3 capas para la autoprotección, que generan sensación de asfixia y limitan al sonido de la voz, como las máscaras KN95 chinas, que en ese país solo son usadas en espacios clínicos. Además, los gobernantes chinos siempre usan cubrebocas, en público, y en las imágenes que mostraban y muestran en los medios de comunicación.
5) En México, varias veces nuestro gobierno ha anunciado algo así como el fin de la epidemia de la COVID-19, siendo los anuncios más festivos a fines de noviembre de 2021, y en abril y septiembre de 2022, basado en la caída, durante semanas, de los índices de contagios y de muertes por la COVID-19. Pero de 4 a 8 semanas después de estos entusiastas anuncios, inevitablemente vinieron los repuntes, esas célebres nuevas olas de contagios que se han sucedido por ciclos claramente predecibles. La explicación es obvia: cuando hay crisis y alarma por los altos índices de contagios, las personas toman medidas de prevención, que en un proceso social reducen a los niveles de contagio. Y cuando el gobierno sugiere que ya no hay epidemia, la población deja de tomar medidas preventivas y, en un proceso social, vuelven a incrementar a los niveles de contagio. La única ventaja, y el plus, es que, en cada nueva ola de contagios, la virulencia del COVID-19 es menor, pero aún así, hay y habrá muertes, en menor porcentaje, si, y aunque ya no sea tan grave la enfermedad, sigue siendo un malestar y un bloqueo para las actividades económicas y sociales. La solución es erradicar a la transmisión y la circulación de los coronavirus y de la saliva entre humanos, en lugar de permitir que toda la población se infecte, en espera de que reciba, o de que desarrolle, a las defensas inmunológicas, para que resistan solo las personas privilegiadas que puedan resistir a la infección, y mueran quienes no. Además, solo la Organización Mundial de la Salud, OMS, puede declarar el fin de la epidemia, y ni siquiera la OMS, pues en rigor lo que declara es el inicio y el final de las emergencias sanitarias, y esto último la OMS no lo ha declarado.
6) A fines de noviembre de 2021 se detectó el ingreso a América de la variante “Ómicron” del Coronavirus 2, y de manera paralela el gobierno mexicano anunció que tenía a la epidemia bajo control, basado en las semanas de descenso constante de los índices de contagio. Pero semanas después vino una intensa ola de contagios en México con “Ómicron”.
7) La variante “Centauro” del Corona Virus 2 ya llegó a México. Es obvio que si se relajan aún más las medidas de prevención y los Coronavirus 2 y la saliva siguen en circulación intensa, en nuestro país habrá más mutaciones y además, en la próxima ola de contagios, la variante “Centauro” sustituirá a las variantes – linajes BA-4 y BA-5 de “Ómicron”, como sucedió en India, hoy en crisis sanitaria por los repuntes de SARS-CoV-2, en contraste con América, que trae sus índices a la baja, bueno, por lo pronto hasta septiembre. Ya veremos después.
8) La OMS convocó a intensificar y a mejorar a las medidas en contra de la pandemia de la COVID-19, de la misma forma en que en el último tramo de un maratón se debe aumentar el ritmo y correr al máximo de velocidad, en el llamado sprint final. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, declaró el 14 de septiembre de 2022: “Ya vemos un poco de luz al final, pero queda mucho por andar y el túnel sigue siendo largo y lleno de obstáculos”.
9) La Organización Panamericana de la Salud, OPS, anunció repuntes de la COVID-19 en México, debido al relajamiento de medidas preventivas, a las aglomeraciones festivas de los últimos cuatro meses del año, y a las complicaciones por las bajas temperaturas del invierno; conforme a lo declarado este 21 de septiembre por Ciro Ugarte, director de Emergencias de este organismo. La OPS secunda a la OMS, y llama a redoblar esfuerzos para frenar a la propagación del COVID-19 y para no enfermar a las demás personas. Obsérvese que ya no es el énfasis en la autoprotección.
10) Joseph Biden, presidente de Estados Unidos, declaró que la pandemia de COVID-19 llegó a su fin, pero entrando en contradicciones, pues reconoce que en su país siguen muchos contagios y muertes por la COVID-19. Otro error fue que pidiera a los grupos vulnerables y adultos mayores, el seguir tomando medidas de autoprotección (ante una epidemia que ya acabó), en lugar de obligar a toda la sociedad norteamericana a protegerles, como recomienda la OPS, y a no rociarles o a adherirles aerosoles de saliva. Es ambiguo que el presidente Biden pida al Congreso de USA más recursos económicos para combatir a una epidemia que ya llegó a su fin, tratando de justificarse diciendo que, de lo que se trata ahora es, de evitar que haya más personas enfermas de gravedad y de atenderles mejor, en lugar de tomar medidas de cuarentena. Es decir, Biden se resigna a que la población norteamericana se siga contagiando, y declara a su gobierno incompetente para evitar la propagación del COVID-19.