Por. Ivonne Melgar
Morena mostrará este fin de semana el músculo de un partido en el poder que ha ido difuminando las fronteras entre gobierno y militancia.
Una idea concebida en Palacio Nacional bajo la premisa de que la política es el manejo adecuado del tiempo.
Un diseño que esta semana estuvo a punto de descarrilarse y que la mancuerna del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y el dirigente del partido, Mario Delgado Carrillo, logró salvar en una operación que confirma que, en materia de cabildeo, en el pedir está el dar.
Un despliegue de militantes, simpatizantes, legisladores, funcionarios y ciudadanos que el sábado y el domingo realizarán una movilización inédita en los 300 distritos electorales para elegir a los 3 mil delegados del futuro Congreso Nacional del 17 y 18 de septiembre.
Tres mil delegados que habrán de votarse en listas conformadas por ¡42 mil 583 personas que aspiran ser congresistas de Morena!
¿Quiénes irán a las urnas? Todos los que porten una credencial de elector, con copias de ambos lados de ésta y el formato de afiliación en Morena que miles se encuentran descargando ahora mismo.
Esta medida que abre las puertas del partido a todo el que desea pertenecer o que ya lo asume como suyo constituye una audacia sin antecedentes en México.
Pero esa estrategia de vengan todos a votar estuvo a punto de naufragar. Porque hubo el riesgo de que, ante quejas de algunos morenistas inconformes, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) se limitara la votación sólo para quienes estuvieran en el padrón de militantes de Morena.
Sin embargo, la ponencia del magistrado presidente Reyes Mondragón que se aprobó este miércoles dio paso a una solución salomónica: podrán hacerlo todos los que porten una credencial de elector y su registro de militancia.
Gracias a los buenos oficios del secretario López Hernández y a las alternativas planteadas por la dirigencia de Mario Delgado para garantizar apego a la legalidad en la votación, salió adelante el aval constitucional de un ejercicio partidista que amplió los derechos políticos de miles que podrán participar. Todos recibirán una especie de acuse que confirmará que entregaron el formato de militancia y que se afiliaron libremente a Morena.
Sin embargo, no está libre de impugnaciones aún en marcha este proceso que continuará los días 13 y 14 de agosto con los congresos estatales que renovarán las dirigencias locales, hasta culminar con el magno Congreso Nacional que elegirá al Comité Ejecutivo Nacional y al Consejo Nacional, con excepción del presidente Delgado y la secretaria general Citlalli Hernández, cuyos cargos concluirán hasta agosto de 2023.
Y es que desde que se abrió la convocatoria hasta el día de ayer, habían llegado al TEPJF 119 recursos de inconformidad, la mayoría ya resueltos.
Pero hay quejas de peso: Ricardo Monreal, precandidato presidencial y jefe de la bancada de Morena en el Senado, anunció que no participará en las asambleas distritales en solidaridad a los excluidos que aspiraban a ser congresistas.
Colaboradores del presidenciable canciller Marcelo Ebrard y del senador Monreal alertan del oficialismo que se desplegará en las próximas horas para conseguir que la mayoría de los delegados sean afines a gobernadores y a los presidenciables que nunca pedirán piso parejo: el secretario de Gobernación y la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum. Y preparan un reclamo de fondo: la postulación de funcionarios como el secretario Adán Augusto, legisladores y colaboradores de los mandatarios estatales viola los estatutos de Morena que prohíben cargos partidistas para quienes tienen tareas de gobierno. ¿Podría una queja así tirar la elección de congresistas? Improbable.
Porque justo esa frontera es la que ya se borró y terminará de eliminarse cuando el Congreso Nacional de septiembre renueve estatutos y diversas reglas del juego. Por eso estará ahí de delegado partidista el responsable de la política interior.
En esta tendencia de partido-gobierno debe interpretarse la reunión que la jefa Sheinbaum, sostuvo el miércoles 21 de julio con 22 senadores de Morena, como parte de la operación del ala de los legisladores afines a su precandidatura para modificar la correlación de fuerzas del Senado, donde hasta ahora el coordinador Monreal ha logrado desplegar un liderazgo que suma a morenistas sin romper el diálogo con la oposición.
Habrá quienes se quejen como John Ackerman de que representantes de “la mafia del poder” se estén haciendo de Morena. Otro lo harán porque alegan que los dados están cargados.
Lo cierto es que Adán Augusto y Mario Delgado no se mandan solos. Esta semana el presidente reprobó los reclamos marcelistas de piso parejo y calificó de bueno el método hacia el Congreso.
Así que en esta novedosa popularización de la política partidista solo hay una opción: aceptar con disciplina las nuevas rutas de Morena, como lo sugirió la jefa de gobierno a los senadores en su encerrona en el Sevilla Palace.
Pero Gibrán Ramírez, al quejarse por su exclusión de las listas hacia el Congreso, definió su modo a los disciplinados: “Les parece que el cariño hacia el presidente justifica el autoritarismo”.
Más allá de controversias, asistimos a lo inédito: un bíceps nunca entrenado así en la historia de la política mexicana.