Por. Gilda Melgar
Los primeros meses del 2020, hornear me hizo olvidar que fuera de mis cuatro paredes miles de personas se contagiaban de Covid-19 y que los hospitales no se daban abasto con tanto enfermo.
Al Igual que mucha gente en todo el mundo, tomé clases de repostería incluso a nivel internacional gracias al bendito y recién estrenado Zoom.
Un día de mayo, mientras bobeaba por Instagram, reparé en una publicidad de la cuenta “Avena Canadiense” que invitaba a su concurso anual de cocina. Tenía conocimiento previo porque yo misma acudí como reportera a la final del certamen en 2018. En aquella ocasión quedé maravillada con las delicias preparadas por los finalistas y ganadores, de entre las que recuerdo gratamente una barra energética rellena de espinacas y albahaca.
La idea de participar me daba vueltas, pero no tenía ya el tiempo ni los recursos para presentar algo sorprendente, pues fue dos días antes del cierre de la convocatoria que pensé ¿y por qué no?
En aquella época estaba obsesionada con la “Moon milk” (leche de luna), una bebida consistente en leche tibia, infusión frutal, herbal o de especias, aceite de coco y miel que me llevaba a la cama todas las noches infusionada con un té de frutos rojos.
De acuerdo con las bases del certamen, la avena debía aparecer en la receta en mayor o igual proporción que el resto de los ingredientes. Así que, basándome en mi Moon milk, decidí participar con un postre inspirado en esta bebida relajante, utilizando leche de avena casera.
Así que puse manos a la obra, primeramente, elaborando mi lechada y, al día siguiente, con la elaboración del postre al que llamé “Tarta Panna cotta de verano“, pues la consistencia de leche cuajada e infusionada con un té a base de hibiscus y frutos rojos resultó ser como la del clásico italiano.
Era un domingo por la tarde. Estábamos en plena pandemia y en casa no tenía las frutas necesarias para decorar la tarta como quería y usé únicamente unos higos frescos con unas flores de Jamaica confitada.
Hice las fotos de mi tarta como a las 8 de la noche y quince minutos antes de que cerrara la convocatoria, logré enviar mi receta y las imágenes hasta París, donde se encuentra una filial comercial de Avena Canadiense. Mi “Tarta Panna Cotta de Verano” participó en la Categoría de “Receta creativa”.
Me sentí satisfecha con lo logrado y nunca pensé que pudiera llegar a estar siquiera entre los finalistas, porque antes que nada hacerla fue un reto para mí misma. Cuando lo probamos, en casa gustó mucho su sabor fresco y textura tipo flan.
Un mes más tarde, mientras comía con mi familia, recibí un correo con el aviso de que había obtenido el 2do. lugar de mi categoría, por lo que debía acudir virtualmente a la premiación y comentar ante el jurado la inspiración detrás de mi postre.
Salté como loca por toda la casa. Pero ahora me sentía muy nerviosa de pensar que debía exponer ante el mundo mi creación.
Lo mejor de todo fue la noticia de que las recetas ganadoras serían publicadas en un folleto digital.
Han pasado dos años después de aquella aventura con la que me probé a mi misma como repostera.
Ahora es momento de soltar mi creación y compartir su receta con todos ustedes. Buen provecho. Que tengan un dulce y frutal verano.