Por. Gilda Melgar
Este martes 21 de junio recibimos el solsticio de verano y con ello la temporada más relajada del año, especialmente para los que aún estudian o tienen hijos en edad escolar.
En la Ciudad de México, la llegada de la estación se dejó sentir mucho antes con la ola de calor que apenas hace unos días mitigó gracias a las lluvias.
Ignoro si este año el turismo veraniego repuntará a niveles previos a la pandemia, lo cierto es que el ánimo ha vuelto a ser festivo y esperanzador. Justo el día 21, para el ritual de recibir el sol el día más largo del año, miles de personas se reunieron nuevamente alrededor de Stonehenge, al sur de Inglaterra, recinto que no abría sus puertas para este evento desde 2019.
La foto del sol emergiendo detrás de la Piedra del Talón, en la parte noreste del horizonte, dio la vuelta al mundo. Sin haber estado nunca ahí, yo misma me llené de esperanza con sólo ver esa imagen.
Esta misma fecha se celebró el Día Internacional del Yoga. Algo que de este lado del mundo podría parecer superficial o ajeno, pero que la misma UNESCO encumbró este 2022 al declararlo el Año de la Yoga, bajo el lema “Yoga para la humanidad”. ¿La razón? Promover el bienestar físico y mental, después de que durante la pandemia se observó un incremento importante en el número de personas afectadas con depresión y ansiedad. El aislamiento social de 2020 y parte de 2021, llevó a mucha gente a acercarse al yoga como una herramienta eficaz para manejar sus miedos.
Incluso, el primer ministro de la India, Narendra Modi, encabezó las celebraciones nacionales por ese día, mostrando sus dotes de elasticidad y publicando en su cuenta de Twitter que “La paz del yoga no es sólo para los individuos, sino también para nuestra sociedad”.
El lado esotérico del solsticio de verano, con sus ritos y mitos, ha trascendido desde las culturas antiguas a nuestros días, en que astrólogos influencers de Youtube “orientan” el rumbo de cada signo en los meses por venir.
La fiesta del sol evoca fuego, fertilidad y bonanza. No en balde durante junio, julio y agosto están mayormente disponibles los vegetales, las frutas y las flores más sensuales, como las frambuesas, las cerezas, los tomates de colores y los girasoles.
En un plano menos espiritual, el verano también trae consigo la temporada comercial de rebajas. La industria fast fashion “oferta” los modelos lanzados en la primavera en un contexto global casi ya sin restricciones sanitarias, lo cual aumenta las ganas de salir y renovar el guardarropa a pesar de la inflación. Y es cuando las marcas de Indetex (Zara, Stradivarious, Massimo Dutti, etcétera) hacen su agosto con descuentos de 30 y hasta 50 por ciento en todos sus artículos. Cientos de jóvenes hacen fila a la entrada de sus tiendas la fecha inicial de rebajas con la intención de llevarse las prendas más cotizadas de la temporada y, aunque usted no lo crea, algunos modelos se agotan en los primeros minutos.
Las rebajas de verano ilusionan, ofrecen una gratificación instantánea, especialmente a la población más golpeada en sus ingresos tras la pandemia, los jóvenes que no logran despegar su vida productiva o profesional ni ser independientes fuera de su familia nuclear, porque no hay sueldo que alcance ni les ofrezca algo más que la sobrevivencia o la cultura del descuento y las ofertas.
Si bien el verano 2022 parecía ser un regreso a la normalidad, la verdad es que el Covid-19 no acaba y repunta ahora mismo. Para los que hemos padecido la enfermedad, aún más para aquellos que han perdido un ser querido, su negocio o el trabajo, algo cambió para siempre.
Nuestras expectativas son ahora como unas eternas rebajas de verano. Todo lo que habíamos soñado está ahora rebajado al 30 o 50 por ciento. Qué importa si no estamos al día con la moda o si nuestro atuendo de sábado parece de cinco temporadas atrás.
La subida de precios pega y hace mella en nuestro estilo de vida –literalmente hasta la cocina–, porque la inflación va más allá de dejar de salir a comer fuera o comprarse ropa de moda.
De acuerdo con el índice Nacional de Precios al Consumidor, “la inflación general anual se ubicó en 7.88%, siendo esta la tasa más elevada desde la primera quincena de enero de 2001”. O sea, su nivel más alto en 21 años.
Los alimentos reportaron un aumento anual de 13.08 por ciento en la primera quincena de este mes, especialmente en carnes, verduras y cereales. Los que solemos comer en fondas sabemos que, desde el año pasado, hallar carne de res entre el menú de una comida del día, es como encontrar un trébol de la suerte.
Los tomates cherry, que en verano se cosechan de color amarillo y rojo púrpura, son ya un lujo que no puedo darme. En su lugar, mis ensaladas llevarán rábanos. El asado del fin de semana no podré acompañarlo del clásico guacamole. Y de postre, en vez de frutas del bosque, ofreceré plátanos con crema batida.
Que las rebajas de verano en nuestras expectativas para adquirir bienes y servicios o realizar actividades recreativas no contaminen nuestras certezas. Que la estrechez económica no se convierta en estrechez de corazón.
Que los descuentos en los anhelos materiales no maten nuestras ilusiones de lo que realmente importa y siempre debe estar al alza: el amor, la amistad, la empatía, la compasión, el respeto, la integridad y la dignidad.
Feliz verano para todos.