Por. Cristina Ortega
En el año de 1914, se estrenó la película A Florida Enchantment, que toca una sutil temática gay, desde entonces se han venido filmando diversas cintas con ese rubro. En 1927, la película Wings donde se señala a la primera escena lésbica, muestra a dos mujeres “en actitud cariñosa”, describen los críticos. Pero no es hasta 1930 donde dos filmes pasan a la historia, el primero Maedchen in Uniform, (Chicas de uniforme); y la memorable Morocco –considerada como la primera cinta de temática lésbica de la historia–, donde el primer beso lésbico que se vería en el cine (muy velado a los ojos actuales), lo daría Marlene Dietrich; para entonces escandalizaría a la audiencia; a partir de éste Marlene dio otros besos lésbicos en sus películas con muy diversas excusas.
Con el tiempo llegó La Segunda Guerra Mundial que reinstauraría la intolerancia al tema. A un siglo de estos besos y de mantener la intolerancia que aún vive, y que muy bien nos enseñó la ideología de la svastica, (del sánscrito svásti, “bendición; amuleto”; sú, “bueno”; ásti, “ser”) llegamos a la película de Disney Lightyear, que todo indica que una hora y 45 minutos de filme lejano a la temática gay; solo se reduce a un besito lésbico. ¿Qué diría Dietrich, de este siglo XXI?
El legendario Guardián Espacial, Buzz, presentado por primera vez en la película de Toy Story, en 1995; ante una desafiante aventura intergaláctica, tiene un incidente donde queda abandonado en un planeta hostil a 4.2 millones de años luz de la Tierra, junto a su comandante y tripulación, tocando temas contemporáneos como el binomio espacio y tiempo con narrativa para infantes, y el ejercito de robots enemigos que comanda Zurg.
Pero el gran abismo de educación visual reduce todo a un “besito” entre personajes animados, dejando a un lado la duración y trama de la película. Olvidando la importancia de la construcción de cada detalle, mencionaré algunos solamente; a los ojos castos del público no importa que existan mujeres que estén en equidad participativa en misiones del espacio, a la hipocresía social no le importa que existan mujeres de raza negra en misiones intergalácticas, a la democracia ignorante no le es de interés que el nombre del protagonista “ Buzz” es en homenaje al segundo hombre que pisó la luna: Buzz Aldrin. La mayoría sólo conoce a Neil Armstrong, (si es que lo conoce) porque él fue el primero, pero también le acompañaron dos más: Buzz Aldrin y Michael Collins. La realidad del sobrenombre Buzz, de Aldrin fue adquirido por Edwin Eugene Aldrin, pero “Buzz” era su alias; basado en su hermana menor que no lograba pronunciar su nombre y le llamaba a él como “Buzz”. Tiempo después él decidió cambiarse el nombre para finalmente llamarse Buzz Aldrin, como todo mundo lo conoció. Pero eso no importa, hay dos personajes animados que representan “mujeres” y que simulan darse un beso lésbico.
Adjunto la imagen que dura milésimas de segundos en un filme de casi dos horas.
Este encuadre, y la representación racial, es muy similar en cuanto a forma, al primer beso televisado que se dio el mes de julio del año pasado 2021 en el canal más conservador de E.U. Hallmark Channel es un canal de televisión por cable estadounidense propiedad de Crown Media, en la serie Good Witch; ¡Claro! Tenían que ser brujas, de otra forma la sociedad no lo acepta. Quizás si Disney colocara a dos hechiceras maléficas podría posicionar un beso lésbico.
Sin embargo, el problema apunta a que está colocado como “normalidad” en una película para infantes, y con la autoría de Disney, bien, el dato interesante es que no se percataron que el canal de Disney XD en 2017 haya televisado varios besos gay en el capítulo 2×20 de Star Vs The Forces Of Evil.
Pregunta obligada, ¿usted está al tanto de lo que ve su infante en redes, o solo le preocupa la pantalla grande?
Sigamos con Disney, parece que no importó la hipersexualización de Jessica Rabbit un mensaje directo para niños, hoy adultos; por cierto. ¿Tiene usted algún trastorno que atribuya directamente al personaje de la Sra. Rabbit?, y mantenía una relación con un animal roedor, ¡Vaya perversión!
Finalmente, los padres son libres de mostrar o no mostrar lo que quieren que vean sus hijos, el problema es que el punto ciego de la sociocultural no es la normatividad sexual, sino temas más graves como la visualización de violencia explicita a la que se exponen a los infantes en cualquier tipo de acceso de pantalla que este vea. Una verdadera pena que existan nulos investigadores en este país que no expongan la realidad de la influencia que tiene la imagen y su construcción sígnica en la mente del observador.