Por. Patricia Betaza
Todo comenzó en 2017. Tres mujeres, Kelli Ellis, Holly Pease y Kelli Wisuri -empleadas entonces-, presentaron un demanda contra el gigante tecnológico Google ante la Corte Suprema de San Francisco por discriminación de género.
Su razón era muy sencilla: alegaban que el gigante de internet pagó menos a las mujeres que a los hombres por el mismo trabajo y responsabilidades, durante los últimos cuatro años, laborando en Google California.
Según sus abogados la empresa violaba La Ley de Igualdad de Remuneración del Estado al pagar menos salarios a las mujeres que a los hombres. La demanda de entonces originó una revisión de las condiciones de 21 mil empleados de Google.
Cinco años después la justicia les dio la razón: Google deberá pagar 118 millones de dólares a 15 mil 500 trabajadoras y extrabajadoras que han laborado desde el 2013 en California. Además, la poderosa empresa se comprometió a ser evaluada externamente sobre sus políticas laborales con perspectiva de género.
De acuerdo con la denuncia, a las mujeres les pagaban menos que a sus compañeros varones, a pesar de que desempeñaban los mismos cargos, pero además las contrataban en cargos menores aunque tenían la misma experiencia y calificaciones.
Los abogados explicaron que el acuerdo alcanzado con Google deberá ser aprobado por un juez, decisión que podría conocerse esta semana.
Hay por supuesto una gran expectativa al respecto. Lo interesante de este caso, sin duda emblemático, es que unidas, las mujeres sientan un precedente, no hay enemigos tan grandes ni tan poderosos que no se puedan vencer. Da esperanza a muchas miles o quizá millones de mujeres que están pasando en estos momentos por discriminación de género en materia laboral. Si se noqueó legalmente a un gigante mundial como Google, muchas empresas que están cometiendo las mismas prácticas discriminatorias seguramente encendieron las alertas. Todo depende por supuesto de vencer miedos y de qué tan unidas somos a la hora de emprender grandes batallas.