«EL ARCÓN DE HIPATIA» Body shaming como violencia política de género - Mujer es Más -

«EL ARCÓN DE HIPATIA» Body shaming como violencia política de género

Por. Saraí Aguilar

¿Por qué el cuerpo de las mujeres tiene que estar en el centro de los ataques cuando se critica su gestión en política?

A últimas fechas, en las que se ha visibilizado y dado mayor atención a la violencia de género y que las desapariciones de mujeres y feminicidios tienen en jaque a las autoridades federales y estatales a lo largo del país, hay algo que no cesa. Es enorme la violencia política de género de parte de los ciudadanos, azuzada en gran medida por grupos políticos o partidistas en redes.

Ejemplos hay en todos lados. En la oposición y en el lado oficialista. Pero a últimas fechas los reflectores se han centrado en las redes en dos personas: en la alcaldesa de Cuauhtémoc en la Ciudad de México, Sandra Cuevas, y en la senadora Citlalli Hernández.

En el caso especifico de la alcaldesa, en lugar de un cuestionamiento razonado y argumentado a su controversial gestión, se ha ridiculizado su físico, representado en caricaturas y montajes fotográficos de formas exageradamente voluptuosas, hasta extremos incluso vergonzosos. En el caso de la morenista las burlas y memes se concentran en su sobrepeso, con representaciones gráficas y chistes de un desgastado, previsible y cuestionable humor.

Aunque se amparan en una presunta crítica a sus gestiones políticas, estas expresiones en realidad son violentadoras y victimizantes, perpetuando el llamado “body shaming”, al que por el hecho de ser mujeres estamos expuestas desde niñas. Este término anglófono significa avergonzar o burlarse de alguien por la apariencia de su cuerpo. Una práctica que podemos sufrir en la vida offline, pero al que estamos más expuestas en el anonimato de las redes. Que en realidad es ancestral y si bien puede afectar tanto a hombres como mujeres, la saña se da más contra ellas.

¿Por qué?

Para especialistas esto se da como consecuencia de una sociedad profundamente heteropatriarcal, pues la mujer, “durante siglos, se ha visto reducida a ser un simple cuerpo disponible para consumo masculino. Así, desde pequeñas, las mujeres se ven reflejadas en un mundo que las presenta como objetos. Y el ser objetualizadas como propiedad de otros permite que éstos se sientan con el derecho de violentar.

En el libro Maldito estereotipo, Yolanda Domínguez habla de por qué es tan común el body shaming en redes sociales: “una de las estrategias más agresivas para degradar, y por lo tanto ejercer violencia contra un ser humano, es deshumanizarlo. En los medios de comunicación las mujeres somos valoradas casi exclusivamente por nuestra dimensión corporal (…) Despojar a una persona de su dimensión racional y emocional influye de manera decisiva en cómo nos relacionamos con ella”.

¿En verdad todos los ataques a las mujeres con poder respecto a su físico vienen de “bots”? No. Ya no necesariamente del anonimato se lanzan los peores insultos y amenazas. Se cree que, por ser parte de la clase política, sus integrantes deben aguantar todo tipo de improperios y, en el caso específico de las mujeres, las humillaciones en torno a su persona. No podemos pedir una sociedad más justa, más igualitaria, menos violenta, si los ciudadanos somos los primeros en promover esta clase de ataques.

Y conste, esto no es una defensa política de ninguna de las dos funcionarias. Es un decir ¡ya basta! Elevemos el debate en las redes, pues los insultos dicen más de quienes los lanzan que de aquellas a quienes se busca atacar.

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