Por. José Luis Hernández
Rodeado de palmeras, palapas, sombrillas, fuentes de cantera y muchas jaulas con periquitos australianos que hacen una fiesta con sus chiflidos, confluyen todos los chilangos que venimos a darnos una oreada y disfrutar del clima.
Pero vamos a lo nuestro, el sabor ¡así es!
Desde el desayuno hay paquetes económicos con jugo, café y plato fuerte. Pero lo chingón aquí para desayunar es el aporreadito de cecina. Esto se prepara con cecina de Yecapixtla en tiritas, huevos revueltos sumergidos en una salsa verde cocida, acompañados de unos frijolitos, con sus respectivas tortillas hechas a mano.
Pero si llegamos medio azul y medias noches, un cóctel de camarones gigante, como sólo aquí lo preparan, captsup, cebolla, cilantro, harto aguacate y mucho limón y pa’ dentro, claro con maridaje de una chela bien difunta.
Pero si vienen a comer, el calor está medio recio, agarren una palapa, con todo y pericos incluidos y pidan la cecina. Esta lleva arroz, frijoles , ensalada, un sope y como medio kilo de carne y las infaltables tortillas.
Ya con la barriga llena y chelas encima, están las hamacas listas para un coyotito recuperador. Los invito a que se den un rol por estos lares y vean lo que es una fonda hermosa y única, tanto en sabor como en atención.