Canto a la paz
Por: Liliana Rivera
Fotografía en azul
Un par de tenis viejos, azules,
capturados por una lente.
Una mirada tuya, que,
ha hecho otra vez tenerte,
estela de un chiquillo
dejando huellas de gigante.
Un reclamo de anturios rotos,
esparcidos traviesos con la lluvia,
y la abuela y yo y tus ojos
de niño que empequeñecen mis pasos.
Recuerdos.
Tú cautivas con tu lente, sólo tú,
evocando colores y bullicios.
Belleza que otorgaste a una sombra
a un par de tenis viejos, azules,
…ya dormidos.
Sombras de una Orquídea
Sus íntimos sentires
florecen en mi boca,
y sus labios,
revelan una historia
de una piel agotada,
ya sin llanto.
Sombras de breves llantos,
suplican los sentires
de una boca,
orquídea ya agotada,
nos canta la historia
de sus labios.
Sus sentires y mi boca
y sus labios y su historia,
vida agotada de una flor ya sin llanto.
Mariposas en vuelo
Mi alma de niño llora,
por las estrellas cercanas
que violentas brillan
en el cielo, juguetes de hierro
para unos, para otros, pesadilla
sin consuelo.
Mia alma de niña calla,
cada uno de los cuentos:
las madres están muriendo,
los hijos están huérfanos,
ya no vendrán madres
para los hijos del infierno.
Mi alma de niño teme,
por los tambores de guerra,
que se alzan en esta tierra desnuda,
y por el niño arrodillado,
que con las manos
en grito, refleja su angustia.
Así es el mundo que yo no quiero
Mi alma de niño anhela
Que se destierre la música de las balas
Que la fugitiva sonrisa se albergue en el corazón humano
Que el sueño de un mundo mejor no se convierta en pesadilla
Que las alas rotas se cosan en los niños mutilados
Que en la tierra germinen mariposas en vuelo
Que nos hagan soñar, sentir, vivir sin miedo.
Así es mi mundo, así lo quiero.
No con las alas rotas,
No con las armas en fuego.
Danza desde otro cielo
Susurran, murmuran que el mundo era libre,
que los niños no eran tristes, que bajo otro cielo
jugaban con globos de colores,
con burbujas transparentes y grandes amigos.
Susurran, murmuran que el aire
olía a infancia, con bicicletas rodando,
con muñecos de trapo y canicas azules,
qué lejos está la vida sin niños mutilados.
Susurran, murmuran que el mundo
está doliente, que los niños tienen armas
y juegan a esconderse, que el hambre
los trastoca en una danza silente.
Susurran, murmuran que el río
huele a muerte, que los niños se ahogaron
en enormes muros de agua,
que sangran, noche a noche, lejanos.
Bajo la calma del sueño claman
las voces de los niños muertos,
murmuran desde otro cielo:
que el mundo era libre,
con globos de colores,
burbujas transparentes y grandes amigos.
Ola en declive
Respiro un mar
de obsesiones que veo
clavadas, agotadas en mi ser;
hundido mi cuerpo en bullicios,
murmullos que se adentran en el afuera,
miro el decaer sin caer y la luna
cada vez más cerca, cada vez más oscura,
y las palabras sin sentido y el miedo a morir
y el frío del amor que deshoja mi candidez, mi calidez;
escribir para vivir, sentir que la mente está viva con sus vacíos,
que deforman lo que veo, que deforma lo que respiro…
Diminutos poros de mi piel anuncian el cansancio
de unos pies sin alas, cautivos.