«LA ABADÍA DE ELOÍSA» ¡Seis de 20 a 24, durante 4, contra UNA…! - Mujer es Más -

«LA ABADÍA DE ELOÍSA» ¡Seis de 20 a 24, durante 4, contra UNA…!

Por. Paloma Cuevas R.

“La violación está fundamentada no en un deseo sexual, no es la libido de los hombres descontrolada, necesitada, no es eso porque ni siquiera es un acto sexual, es un acto de poder, de dominación, es un acto político. Un acto que se apropia, controla y reduce a la mujer a través de un apoderamiento de su intimidad.”

Rita Segato

Debo confesar que tal vez esta sea la colaboración que más trabajo me haya costado escribir en la vida: Seis hombres de entre 20 y 24 años  –no son niños, son hombres– violaron a una mujer de 20 años durante 4 horas, en un auto a plena luz del día, en un barrio de Argentina llamado Palermo.

¿Se lee terrible? ¿Ofende nuestras castas miradas? ¿Lastima nuestra dignidad enterarnos de cosas así? ¡Pues qué pena! Es esta la sociedad que hemos creado, la que permitimos, en la que se justifica y celebra con bombo y platillo los comentarios sexistas, que convierten en objeto los cuerpos femeninos y que no muestran respeto alguno. 

En esa misma sociedad que celebra los Días de las Madres porque todas las mujeres son PUTAS, menos las madres y las hermanas. En la mismita sociedad donde la cultura de la violación hace apología de las ganas mal acomodadas de los “pobrecitos hombres” incapaces de controlar sus impulsos y de reconocer que los cuerpos ajenos no son extensión de los suyos, ni están ahí para ser utilizados a placer.

Es en esa sociedad donde los estereotipos de los femenino y lo masculino son utilizados a diestra y siniestra para mutilar consciencias y recortarnos a la carta, –y ser lo que se espera y no lo que se desea– es donde estos actos aberrantes tienen lugar. Vivimos en un país en donde decir #VivasLasQueremos no es suficiente, en donde hay canciones tales como #LaCanciónSinMiedo de Vivir Quintana o #HastaSalvarnos de Leidén, que se convierten en himnos ante la impotencia del abuso y la impunidad.

Pues bueno, en esta ocasión no fue en México –pero podría haber sido, con la inmensa cantidad de abusos que ocurren todos los días– sino en Argentina, un día cualquiera –lunes para más señas, de un mes cualquier– a unos cuantos días del Día Internacional de la Mujer Trabajadora –en un año cualquiera– en pleno siglo XXI, que a seis tipos –Ángel R. (23), Tomás D. (21), Lautaro P. (24), Ignacio R. (22), Alexis C. (20) y Franco L. (24)–, se les ocurrió que sería buena idea escoger a una mujer y tomar turnos para ultrajarla sin piedad alguna, en un carro estacionado en la calle y a plena luz del día, un día de asueto. 

Yo quisiera saber de qué manera un grupo de hombres jóvenes se ponen de acuerdo para algo así, con qué premeditación, alevosía y ventaja deciden lastimar de esta forma –porque los alcances de los daños provocados física, moral, intelectual, y emocionalmente no tienen fin– a alguien, y piensan que cobijados en el andamiaje del sistema de impunidad en el que las mujeres hemos tenido que aprender a sobrevivir, esto será posible sin castigo alguno.

Y, ¿cómo no lo van a creer si simplemente: “al menos 4.091 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 2020 en América Latina y el Caribe? –Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)–. Es realmente tremendo que las mujeres debamos temer a quienes se supone que deberían estar ahí para darnos certezas sobre el respeto, nuestra preservación y el amor, pero más terrible es saber que la mayoría de estos casos no serán siquiera revisados, menos aún resueltos.

De no haber sido por una pareja de comerciantes panaderos en la zona, que se dieron cuenta de que algo “extraño” ocurría en ese vehículo –donde 4 hombres violaban a una mujer que ya ni siquiera tenía fuerzas para gritar, mientras otros dos tocaban la guitarra y cantaban para distraer a la gente– y que tuvieron la piedad de llamar al 911, quién sabe qué más habría podido ocurrir con esta mujer. Al tratar de rescatarla de sus agresores, fueron además golpeados por ellos y no fue sino hasta que los vecinos de la zona intervinieron y apoyaron en su detención, que los mismos fueron puestos en manos de las autoridades –¿competentes?– que habían tardado varios minutos en arribar a la escena.

Dentro del auto, los policías hallaron marihuana, dosis de LSD e incautaron siete teléfonos celulares, que ahora también serán peritados.

No es correcto seguir haciéndonos los ciegos ante una realidad que se vuelve devastadora: encubrir abusadores no es solo parte del pacto patriarcal, en muchas ocasiones las madres, hermanas, novias y de más se convierten en parte de las redes de apoyo de los delincuentes, porque esto es así y hay que decirlo con todas sus letras, son criminales que realizan actos que lastiman y laceran la vida de otros seres humanos. 

Estos hombres no nos son ajenos, son los hijos, hermanos, amigos, novios, primos, y hasta padres de alguien, dejemos de jugar a abstraerlos de la sociedad. No son “monstruos”, dejemos de disculparlos en su MONSTRUOSIDAD, llamarlos así es convertirlos en algo que los aleja de nosotros y ahí es donde radica el problema, dejemos de negar la responsabilidad que nos corresponde como sociedades negligentes que han permitido y fomentado con su silencio o con su apoyo estas situaciones y generando las circunstancias que son caldo de cultivo para su existencia. ¿Qué sucederá ahora, les buscarán atenuantes? ¿Los declararán enfermos?

Ayer leí este comentario en Twitter de @sol_despeinada, activista feminista y médico y no podría estar más de acuerdo: “Para la gente que sostiene que un violador tiene una enfermedad, ¿me explican epidemiología, etiología, fisiopatogenia, signos y síntomas, diagnóstico y tratamiento de esa enfermedad? ¿Papers y estudios de ensayo de la enfermedad? ¿Serían todos inimputables?”

A cuatro días del Día Internacional de la Mujer Trabajadora –simplemente Día Internacional de la Mujer– me parece que es urgente hacer un alto y darnos cuenta de las formas en que contribuimos a la consecución de este tipo de actos desde nuestra forma de conducirnos en el mundo.

Cuando nos enteramos de este tipo de situaciones, nos rasgamos las vestiduras, nos sentimos lastimados, y decimos: “¡Qué terrible, la víctima pudo haber sido mi hija, mi hermana, mi prima, mi madre!”. Jamás ni por equivocación he escuchado a nadie decir: ¡Qué terrible, el violador pudo haber sido mi hermano, mi padre, mi novio! Esta hipocresía es la que nos lacera, es en la misma sociedad que genera víctimas, que calla a las mujeres, que niega su existencia y que permanece convirtiendo sus cuerpos en territorios políticos que estos hombres con conductas aberrantes son cocinados desde la infancia.

Y de nuevo la realidad es que no existen políticas públicas ni presupuestos que sean suficientes, ante la falta de educación desde el hogar, no alcanza la vida cuando los sesgos machistas están presentes en la procuración de justicia, en el trato a las personas que han sufrido abusos y en la revictimización como forma cotidiana de desestimar los hechos que ocurren a plena luz del día.

La educación sigue siendo la clave, y sigue siendo ignorada olímpicamente.

El problema real es que los mismos padres que crían hijas sumisas, son los potenciales criadores de hijos violadores y ese es el mensaje que nadie absolutamente nadie está dispuesto a aceptar y menos aún a responsabilizarse de la parte que le corresponde.

¿Hasta cuándo?


Paloma Cuevas R. @PalomaCuevasR Mujer y madre. Femenina cuando le da la gana. Amante declarada de México, el mezcal, el buen café y la verdad sin anestesia. Humanista, sapiosexual, docente durante más de 22 años, filósofa, columnista, escritora y locutora en temas de Cultura, Política y Erotismo. 
Fundadora de #ProyectoÍtaca plataforma política y cultural. Locutora titular de #ProyectoÍtaca en Cadena Radio Mx. Promotora y gestora cultural incansable. Presidenta de la Academia para el estudio y difusión de la obra de Dolores Castro, por la Ilustre y Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de México. Asesora del Consejo Ciudadano de Historia, Cultura e Identidad Mexiquense SOMEGEM.
Antologada en más de 50 títulos a nivel internacional. Ha publicado la plaquette de poesía “De amputaciones necesarias” y el poemario “Mujer en voz alta”.
Condecorada en 2020 con la Medalla y el Pergamino Leona Vicario. Secretaria Nacional de Cultura México para la Red Internacional de Mujeres Líderes en Acción (RIMLA Internacional). Integrante del Mapa Nacional de Escritoras Mexicanas Contemporáneas.  Directora Mundial de Comunicación y Relaciones Públicas del World Poetry Fest, hasta 2020. Embajadora Estado de México de Fridas de Barcelona. Embajadora de la Red Naranja del Estado de México. Escudo de Plata 2021, para la UHE-PORTUGAL /Unión Hispano Mundial de Escritores, por México.

 

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