«EL DELEITE DE COMER» Kilómetros de sabores - Mujer es Más -

«EL DELEITE DE COMER» Kilómetros de sabores

Por. José Luis Hernández

El primer problema que hay que resolver es en cuál dirección nos movemos para salir de la CDMX.

Hay cuatro salidas de la Ciudad de México, norte, sur, oriente y poniente. En cualquiera de estas opciones a no más de 150 km de distancia de mi santo hogar, hay una variedad de paisajes, olores y sabores. ¡Vamos a lo nuestro, a nuestra comilona de fin de semana!

La salida para Puebla -oriente- tiene dos paradas obligadas, Chalco y Amecameca. Chalco tiene dos restaurantes emblemáticos, el primero es Los Volcanes, donde lo más tradicional son los antojitos que llevan crema de los volcanes, acompañados por café con leche. Y el otro es la taquería Los Espartacos, los clásicos de carnitas de puerco.

Pasando Chalco está Amecameca, que en su mercado municipal es una tradición llegar a cualquier puesto, en los cuales hay anafres, salsas, crema y la infaltable cecina de Yecapixtla. Un lugar mágico en donde el humo del carbón con la cocción de la carne te cambia de época al instante, ya que tienes de vista el volcán de la Mujer Dormida, la misma vista que tenía Sor Juana Inés de la Cruz cuando estaba estudiando en la hacienda Panoaya.

Pasando Amecameca rubo a Cuautla por la carretera libre, está un restaurante único, a las faldas de Don Goyo. El parador español llamado Popocatépetl, en donde se combina lo clásico español, con nuestra comida mexicana. Si van, no duden en pedir su comida de cinco tiempos.

Si vamos para la salida del Norte, rumbo a Pachuca, pasando Ecatepec la oferta gastronómica es una gran cantidad de carpas que venden barbacoa y quesadillas. No hay gran diferencia de una a otra, lo que las distingue son sus pulques y el conjunto musical. Ya que a más ruido más argüende y fiesta. ¡Los tacos ya son de mera botana!

Si llegas a Teotihuacán, ahí las cosas cambian. Justo en la zona arqueológica está un restaurante fastuoso, se llama La Gruta. No tengo palabras para describirlo: es una gruta natural que acondicionaron a un restaurante de comida mexicana.

Y si jalamos para el Sur, la oferta gastronómica es la que conozco desde que era un niño, que más le urgía llegar a Cuernavaca a nadar, que comer unas quesadillas. Pero la parada obligada sigue siendo Tres Marías.

Si salimos hacia Toluca para ver bosque, niebla y orearnos, tomamos la carretera que va de La Marquesa a Tenango del Valle. Se llega al Valle del Silencio, en donde hay una cabaña con un venado disecado en su entrada. El mole que la familia prepara es espectacular, tanto en enchiladas como en piezas con arroz. Seguimos con rumbo a Tenango, pasamos los dos famosos valles: el del Conejo y el del Potrero. Justo por esos rumbos hay un restaurante que se llama El Rincón. Una propiedad en la que existe un lago en el que se puede pescar trucha. Es un rincón adorable para la vista y nada más. Su carta es similar a la de cualquier puesto sobre la carretera.

Tenango del Valle, es la cabecera municipal más importante dentro del Valle de Toluca. Tiene su zona arqueológica que se llama Teotenango, que se puede apreciar desde la carretera, una pena que no sea paso turístico como otras zonas del Estado de México. Lo increíble de este pueblo, es que todos se dedican a la agricultura. Entonces todas las verduras que se consume y se comercializan están recién cortadas. Más fresco imposible. Aquí los ricos son los tacos de longaniza y de bistec, con unas salsas deliciosas. También sin dejar de lado las enchiladas verdes, acompañadas de una piñas -jugo con piquete-.

Y caminando por su zócalo, unos esquites con maíz cacahuazintle, el mismo que se usa para el pozole.

Sólo se trata de saber a qué ruta se quieren aventurar para el próximo fin de semana, lo único que hay que checar es si no subió la gasolina, para que rinda el presupuesto. Hasta la próxima.

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