«SEXTO SENTIDO» Apasionado promotor de la cultura - Mujer es Más -

«SEXTO SENTIDO» Apasionado promotor de la cultura

Por. Adriana Luna

En memoria de Juan Carlos Valdés.

El periodismo parece una selva, se vive una lucha despiadada para conseguir la exclusiva, para ganar la nota. Muchos reporteros pisotean al resto para ganar una noticia, otros se miran de reojo con aires de superioridad. Sin embargo, en realidad ser periodista significa escuchar, observar, pensar, confirmar, proyectar, informar. En cada nota va impresa parte de la personalidad del obrero de la información, esencia, talento y experiencia.

En medio de un mar de luminarias de la literatura, con jornadas laborales maratónicas y la noticia generándose a borbotones para todas las secciones informativas, ahí es donde se conoce a titanes del periodismo, a los apasionados de la profesión, a los talentosos en el manejo del lenguaje y también a los compañeros que, en lugar de convertirse en intelectualoides, buscan un verdadero cambio: que la lectura y la cultura trasciendan a toda la población. ¡Esa misión supera cualquier ego profesional!

En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara coincide un grupo de colegas que hace la diferencia, un extraño clan que con pequeños cambios quizás, pero trascendentales; muestran: generosidad, colaboración, experiencia y compañerismo. La misión no se centra en competir por la noticia. Cada uno da la mano al colega porque si se logra una exclusiva con un personaje inalcanzable, hay que aplaudir. Se trabaja dependiendo de la visión y el bagaje cultural de cada reportero, aquí el propósito va más allá de una nota de ocho (columnas), atrapar a las personas que no son asiduas a la lectura, brindar al amante de las letras detalles que lo re-enamoren de una novela o de un estreno.

Cada uno de los miembros del clan parte de un hecho inequívoco: urge colocar a la cultura entre los titulares. Una misión prácticamente imposible en medio de un ambiente no propicio, con recursos limitados, con personal escaso. Si hay tantos aspectos en contra, para qué incluir animadversión al compañero.

Ese clan, hoy sufre un intenso dolor. Por un paro cardio-respiratorio, uno de sus miembros más querido, reconocido por su experiencia, generosidad y don de gentes, dijo adiós de forma anticipada e inesperada. Juan Carlos Valdés, coordinador de la Sección Cultural del Sistema Nacional de Noticiarios del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), jamás pudo ocultar su amor por los libros, el teatro, la cultura y las artes. Llegó al Instituto para hacer su servicio social y jamás se fue, porque era feliz haciendo lo que amaba: el periodismo cultural.

Se le veía siempre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, desde la instalación del stand de IMER. Se le recuerda junto a Carolina López Hidalgo corriendo de un lado a otro por los salones, pasillos y cabina, siempre con grabadora y libreta en mano, entrevistando, editando, redactando e informando. Con micrófono o sin él, nadie podía pararlo, bien podía hablar por horas, sobre todo si se trataba de abordar los retos del periodismo cultural.

Juan Carlos Valdés era un mediador natural, el que apaciguaba los ánimos en cualquier discusión; ese caballero que nunca se jactó de su inteligencia, se decía el ‘viene-viene de las palabras’, al que le fascinaba ‘compartir el absurdo’ y disfrutaba cada cobertura periodística. Tenía esa palabra de ánimo cuando más se necesitaba, era quien soltaba el chistorete rebosante de sabiduría, seguido de la risotada de todos. Un pelón brillante que devoraba en promedio 80 libros al año y no le eran suficientes. El Señor Cultura, todo un caballero, compañero siempre generoso, inteligente, perspicaz, parlanchín, crítico.

Estas palabras no quisieran escribirse porque el reportero, el editor, el productor, el escritor, el lector, el radioescucha, todos están de duelo. A la familia de Juan Carlos, a Claudia y sus hijos, a su segunda familia que éramos: todo el equipo de IMER y sus amigos reporteros, un abrazo cálido. El Señor Cultura no se ha ido, de hecho, sostiene con una mano su café y con otra su libro, mientras sonríe y expresa: ‘mi alma, no llores, sonríe. Vas al aire’.

 

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