Por. Saraí Aguilar
Hasta hace poco, el hablar de los retos que se afrontan en el nuevo año podría sonar a un lugar común. No obstante, tras ya dos años de pandemia, más que nunca hay que pensar en resolver problemas de fondo en un mundo que enfrenta la dificultad de no saber lo que se puede esperar de la emergencia sanitaria que, pico tras pico, variante tras variante, nos deja sin respuestas. Y justo cuando la esperanza que podría representar la vacunación se diluye entre la guerra política y comercial de sus fabricantes, la insensibilidad de los gobiernos del mundo para enviar dosis a los países más necesitados y el auge de los movimientos antivacunas.
Un año más para las mujeres mexicanas, cuyo panorama económico no ha sido diferente al del resto de las mujeres en otras regiones del mundo. Desde el comienzo de la pandemia se alertó que los empleos que habían sido vapuleados en mayor escala eran los de las mujeres. Esto, por una razón que venía desde tiempo atrás alertándose y muchos calificaban como alarmista: las plazas ocupadas por mujeres en los sitios de trabajo generalmente son las de menor salario o posiciones que no implicaban gran costo prescindir de ellas. Asimismo, muchas de las mujeres, debido a las condiciones de cuidadora o de madres de familia, no podían acceder a trabajos formales y las posiciones ocupadas por ellas en el mercado laboral no gozaban de condiciones estables de seguridad social entre otras.
Ese desequilibrio laboral pegó con más fuerza en todas las regiones. De acuerdo con reportes de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), destacó que en la afectación por regiones, América registró la mayor pérdida de empleos de mujeres a causa de la pandemia, con 9.4% de trabajos perdidos, frente a un descenso de 7% en el caso de los hombres.
“La caída del empleo de las mujeres perturbó el progreso observado en los últimos quince años gracias a la mejora de las oportunidades educativas para las mujeres, al aumento de disponibilidad de empleos formales en el sector de los servicios, a la migración de zonas rurales a urbanas y al descenso de las tasas de fertilidad”, apunta el análisis.
Para Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el panorama de América Latina y el Caribe “es complejo, muy complejo, porque si bien es cierto que hay recuperación en 2021, también es verdad que si no hacemos los cambios necesarios y profundos del modelo de desarrollo, no vamos a poder salir de esta trayectoria de crecimiento baja”. Asimismo apuntó que los grupos de la población más afectados por estos lastres (en economía, salud y educación) serán las mujeres, los estudiantes y los adultos mayores, y previendo un retroceso de trece años en la situación económica y de autonomía de las mujeres.
La pregunta radica en qué medidas se han tomado para revertir este daño estructural que amplía la ya de por sí amplia brecha de género. ¿En México qué se está haciendo? El Ejecutivo parece más preocupado por posicionar a sus “tapados” rumbo a 2024, como si promover una mujer candidata nos diera alguna certeza, y la oposición se mantiene entretenida respondiendo a bote pronto cada conferencia matutina del presidente.
Y mientras tanto… nosotras, las de a pie, luchamos cara a cara solas contra el reto de sobrevivir en este mundo de hombres.