«ABREVADERO DE LETRAS» “Estando a solas es fundirme con el papel”: Ángeles Moncada - Mujer es Más -

«ABREVADERO DE LETRAS» “Estando a solas es fundirme con el papel”: Ángeles Moncada

  • La vida es un regalo de aquí y ahora

Por. Cut Domínguez

La cita es un restaurante del centro de la Ciudad de México, al interior de la Casa de los Azulejos. Llega puntual, luciendo un blazer azul marino con lunares blancos, blusa básica blanca, jeans azul claro y zapatos azul marino por donde se asoman unos pies color de las azucenas. Pide una limonada y cuenta: “En la secundaria, empecé a recortar revistas de ciudades y personas y les inventaba historias”.

Hay algo en la mirada de Ángeles Moncada que llovizna poesía, por eso y por ser una coplista de las llamadas no “profesionales”, que resulta una charla interesante. “Me han llamado terca, vanidosa. Al final del día, lo que escribo es para mí y el placer es compartirlo; y si a alguien le gusta es una sonrisa que no tenía y me hace sentir bien. No estoy sumando votos, no nací queriendo ser García Márquez”, explica con firmeza.

Originaria de la Ciudad de México, pero radicada en Querétaro desde hace cinco años, hace pocos silencios pero en ellos dice mucho. Su cabeza es como un ágil software que dispara palabras sin indicios de arrogancia. Es consciente de su habilidad para crear y también que no está en deuda con nadie, porque cree en la independencia de acto e ideas. “Y cuando escribo me convierto en una ostra, no quiero ver a nadie”. Asegura que es su tiempo y espacio, donde se descubre y redescubre. “Estando a solas es fundirme con el papel”, dice.

Ángeles Moncada.

Ángeles Moncada es algo más que una escritora que ve en las letras un refugio y hasta cierta magia. Es madre de tres hijas, “la mayor ya es un ángel”, susurra con sentimientos encontrados; representante comercial como actividad paralela, buena amiga, referente poética en las redes sociales. Se declara atípica, porque disfruta el Réquiem de Mozart, aunque le encanta el rock de los 80´s. Prefiere andar con tenis y no le gusta peinarse, trae tatuado, en árabe, el nombre de su pequeña hija, Regina, en su muñeca derecha. “Soy más simple que el agua simple”, ríe.

Destaca que a Karla, quien ya es un ángel, le ha dedicado varios poemas pero sin título. “Siento que si les llamo de cierta forma ya no son los mismos. Mis poemas no tienen nombre porque pierden su libertad”, sentencia.

Moncada mira hacia el vistoso domo del también llamado Palacio Azul y evoca: “A partir de 2009, fue mi cruento inicio en el mundo de las letras a nivel personal, con profundo desamor, que acabó con mi autoestima, con la ilusión de formar una familia; pero a fin de cuentas me sirvió de catarsis”. Explica que con los versos sigue enfrentando esa realidad. “Entre lágrima y letra”, añade y matiza que las letras por sí solas logran adornar hasta las situaciones más tristes y hasta trágicas. “Como la poesía de Alejandra Pizarnik que no deja de ser una belleza”.

De la poeta argentina autora de La tierra más ajena (1955 ), Árbol de Diana (1962) y Extracción de piedra de locura (1968), entre otros títulos, habla con vehemencia. “Pizarnik fue la muleta en los primeros años que inicié a escribir. Me identifiqué con ese dolor profundo que vaciaba en sus poesías; a mí me sucedía lo mismo”. Admite que vivía una versión de sí misma acabada, devastada. “Creo que la vida es un regalo, que se trata de aquí y ahora”, reflexiona.

Seguir, seguir y después seguir. Entregada por completo al mantenimiento de sus hijas, la escritura de poemas casi a diario. “Encuentro el momento adecuado, el chiste es querer”. Le basta tomar el celular y echar mano de su inseparable compañera, la inspiración; postear o publicar algún texto de un poeta destacado, atender llamadas de reporteros imprudentes…y la única explicación de esta montaña rusa es que quienes caen en la cuenta de que Ángeles Moncada vive con pasión la poesía.

Reconoce como profesiones fallidas la gimnasia olímpica, el canto y el ballet clásico; aunque asegura estar satisfecha en su quehacer toda vez que recibe opiniones o símbolos de aceptación, ajenos a los reconocimientos de instituciones o gremios. “El hecho de escribir es ya un premio y postearlo en Facebook, por ejemplo, y ver que alguien se identifica conmigo y mis letras tienen aceptación, es más que un diploma”.

Los agradecimientos, sin embargo, no siempre dependen del o de la favorecida. En mayo de 2017, fue nombrada poeta del mes por la Agencia Quintanarroense de Noticias, que publicó durante ese tiempo un poema cada día. La también seguidora de los versos de Pablo Neruda, señala al amor en todas sus formas como su gran vena, adelanta que prepara un poemario erótico y remata la conversación de lo que más le agrada hacer con una palabra: sentir.

 

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