«COLUMNA INVITADA» Pepita y el 'Telekinder' - Mujer es Más -

«COLUMNA INVITADA» Pepita y el ‘Telekinder’

Por. Marisa Iglesias

¿Ubican su primer recuerdo? El mío es dulcísimo. Coño, tanto que empalaga. Me vi en los brazos de mi madre al salir del Kínder Melchor Ocampo. Yo me había salido de mi clase de la Sección Maternal e ido a la de preprimaria. Solo había esos dos salones. Estaban separados por una puerta corrediza de acrílico con calcomanías de mariposas de colores. Ya en el salón de la prepri me subí al mueble donde estaban los suéteres y me quedé dormida. Supongo que ahí me recogió mi madre. Al salir, un rayo de sol directo en mi cara me despertó. Mi madre me miraba embelesda. Instinvamente, supe que nunca tendría que preocuparme por nada, porque ella siempre estaría ahí para mí. ¡Carajo!

Hoy vienen a mi mente otros recuerdos. Recuerdos bien vírgenes. Uno de ellos me lo trajo hoy la noticia de la muerte de Pepita Gomís. Yo fui al Telekinder, que ella conducía. No sé ni por qué. Mi madre me llevó a Televicentro durante una semana seguida para estar en el programa. Hacíamos actividades escolares y Pepita tenía un espejo mágico. También estaba Bozo el Payaso, que era divino.

Disfruté esos días. Pepita era hermosa. Nada amenzante, como después resultaron tantos maestros horribles. Yo fluía con toda naturalidad. Era feliz.

Una mañana, esperaba con mi mamá entrar al estudio del Telekinder. Estábamos en un pasillo y un tipo muy grande se paró junto a mí. Vestía un extraño overol de piernas cortas. Me asustó y me apreté contra mi mamá. Él se agachó, me dio la mano y me saludó con voz impostada. Mi mamá dijo que era un niño. Yo le dije que no: “Tiene pelos en las piernas”.

Me pareció, y me sigue pareciendo, un horror. Era Chabelo.

El último capítulo de mi incursión por el Telekinder fue grabado, y lo vi con mi papá en nuestra casa. Me preguntó quién creía yo que era la verdadera Marisa. Si la que estábamos viendo en la tele o la que estaba ahí, viendo la tele junto a su papá. No supe qué contestar… Quizá sembró ahí mi primera duda existencial.

En fin… Un recuerdo entrañable… ¡Buen viaje, Pepita Gomís!

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