Por. Bárbara Lejtik
#SIALOSTOROS
Lo que aquí escribo es absolutamente responsabilidad mía y antes de continuar quiero dejar claro que mi postura es de respeto y que más allá de pretender convencer, mi intención es dar mi punto de vista con bases sólidas y personales.
Esta semana se hizo público el dictamen que señala a la letra “Queda prohibido celebrar y realizar espectáculos públicos en los cuales se maltrate, torture o prive de la vida a toros, novillos y becerros”.
Precedida al siguiente día por una nueva noticia en la que se informa que la Comisión de Bienestar Animal del Congreso de la Ciudad de México, detuvo su avance para analizar la pérdida de empleos que genere la decisión y el impacto en la economía de las familias que viven alrededor de la Tauromaquia.
Aunque el tema concierne en este caso únicamente a la Ciudad de México, sería bueno informarnos un poco más sobre este cuestionado tema. La tauromaquia, pasión de muchos, fobia de muchos también.
La tauromaquia, nombre que deriva del griego y que significa: Taüros – Toro y Máchomai – Lidiar, de define la RAE como “el arte de lidiar toros”; esta definición causa mucha polémica entre el público antitaurino que no considera en ningún momento que agredir un animal de forma física deba ser llamado arte.
La tauromaquia tiene antecedentes que se remontan a la edad de bronce, es un término que reúne el concepto y las reglas que definen el arte de lidiar o toreo, un arte que nació en España del que se tiene constancia en el siglo XI. La forma más conocida de la tauromaquia es la corrida de toros, cuya expresión moderna surgió en el siglo XVIII. Tauromaquia es además el nombre que reciben las obras y los documentos que tratan sobre la misma.
En Europa la tauromaquia está presente en España, Portugal y algunos estados del sur de Francia, en Hispanoamérica se realizan corridas de toros en México, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela. La tauromaquia incluye además de todos aquellos espectáculos relacionados o vinculados con el toro de lidia, el conjunto de tradiciones, fiestas y festejos populares que tienen al toro bravo como protagonista, estas actividades abarcan desde la cría del toro de lidia por parte de las ganaderías bravas, hasta todas las manifestaciones culturales y artísticas relacionadas con el mundo del toro como la literatura, la pintura y la música, además de una grandísima industria que se ve relacionada directamente y depende al 100% de esta actividad, cientos de miles de empleos de todos los niveles socioeconómicos se desprenden de las corridas de toros, desde todo el personal que participa en las fiestas, ferias, festivales, hasta las personas que se dedican a la confección de trajes, muletas, capotes y guarnicionería, independientemente de la inmensa cantidad de familias que viven de la derrama económica que generan las ganaderías y la crianza de ganado bravo.
Quisiera platicarles un poco sobre las características del toro de lidia que dista mucho de ser un animal común y corriente;
El toro es un animal proveniente de la Península Ibérica que desde tiempo inmemorial está presente y de esto pueden dar fe los grabados rupestres que hay en distintas ubicaciones geográficas y que nos permiten observar que el toro es un animal primitivo que nunca ha sufrido modificaciones y que no se ha extinguido ni transformado en cientos de miles de años. Se caracteriza por unos instintos atávicos de defensa y temperamentales, que se sintetizan en la llamada bravura, así como atributos físicos tales como unos cuernos grandes hacia adelante y un potente aparato locomotor, tiene un gran desarrollo muscular, ojos que al estar a los lados de la cabeza y salir de ésta le permiten una mirada panorámica mucho más ventajosa que el de la mayoría de los animales. Es una criatura herbívora pero su carne es de gran valor tanto para el humano como para las especies de animales salvajes, es por eso que criándolo dentro de las ganaderías se le protege de los depredadores naturales que tiene.
En comparación con el ser humano, un toro es potencialmente superior en fuerza, peso y bravura, además de contar -como ya mencioné- con una afilada cornamenta, una visión mucho más precisa y una velocidad y empuje cientos de veces más fuertes y eficientes que las de un ser humano.
Quiero citar en este texto las palabras de uno de los más grandes escritores de la historia moderna, Federico García Lorca, quien así concebía el enfrentamiento del torero con la bestia:
“Estoy escribiendo un poema sobre uno de nuestros toreros más famosos, y espero hacer comprender la belleza heroica, pagana, popular y mística que hay en la lucha entre el hombre y el toro. Pero creo que nadie ha sabido explicar a los extranjeros el contenido profundo, sublime y hasta diré casi sobrehumano, del sacrificio taurino”.
La corrida en sí, a pesar de sus acompañamientos acrobáticos, es en realidad un misterio religioso, un rito sacro. El torero es una especie de sacerdote de los tiempos precristianos, pero al que el cristianismo no puede condenar. ¿Qué es lo que representa el toro en la conciencia de los hombres? La energía primitiva y salvaje, y al mismo tiempo la ultra potencia fecundadora, es el bruto con toda su potencia oscura, el macho con toda su fuerza sexual.
Quiero citar a otros grandes maestros de la lengua en su opinión con respecto a la fiesta brava, pero antes quiero mencionar que la tauromaquia está íntimamente ligada a la cultura ancestral, tanto la tradicional como la popular, pueden encontrarse manifestaciones culturales relacionadas en las artes plásticas de artistas como: Goya, Picasso, Manet, Simonet, Alberto Gironella y también en la música, tanto en los pasos dobles españoles, canciones que son poemas en el caso de Joaquín Sabina y Serrat, así como en los de nuestros orgullos nacionales Agustín Lara y Javier Solís, en la literatura, el cine y el teatro. La Ópera Carmen de Bizet, la más bella e interpretada del mundo es un magnífico ejemplo de lo que digo.
“El toro bravo es una consecuencia de la fiesta, es un animal privilegiado, tratado con un inmenso amor”. -Mario Vargas Llosa-
“El toreo es el único arte en el que el artista se encuentra en peligro de muerte y en el que el grado de brillantez en el rendimiento se deja al honor de luchadores”. -Ernest Hemingway-
“Si la tauromaquia está destinada a morir, quisiera verla morir con honor y como se merece, cuando los taurófilos dejemos de ir a las plazas”. -Gabriel García Márquez-
“Si quieres torear bien, olvida que tienes cuerpo, se torea con el alma, como se sueña y se juega, como se baila y se canta”. -Juan Belmonte-
Y esta es la mía:
Fui a los toros de la mano de mi padre, quien fue a su vez de la mano de mi abuelo cuando era un niño; crecí admirando la fiesta brava, viéndola no como un linchamiento ni una tortura, sino como la más sublime expresión de valor, inteligencia, instinto y bravura. En la que tanto el torero como el toro participan sabiendo que si bien se encuentran en situaciones distintas son en ese momento una fusión de amor y coraje, nunca he visto en mi vida una entrega como la que tienen el animal con su toreador, en sus ojos brilla la emoción, la complicidad y la rivalidad ancestral, la diferencia que nos otorgó la evolución, pero que dentro de la lidia se vuelve un sincretismo de entendimiento y equilibrio.
Soy taurina desde niña, soy hermana de un ganadero, si alguien me pregunta si me gusta ver sufrir a los toros mi respuesta es no.
Sé cómo todos los que seguimos la tradición que los toros crecen en un ambiente natural, libres, cuidados, al lado de sus madres durante su primer año, posibilidad que no tiene ningún otro animal de consumo humano.
Al contrario, que las reses que se crían para comer o vestir, los puercos, las aves y los peces que son confinados a un establo diminuto en el que no se pueden mover y son sobrealimentados con la intención de crecer su masa corporal para agregar valor en su venta, las vacas son separadas de sus hijos al nacer y vueltas a cargar, ordeñadas infinitas veces hasta que mueren de cansancio, de la misma manera los puercos y las aves de corral. No acabaría nunca de mencionar las atrocidades que se cometen en pro de la alimentación y la vestimenta humana.
El toro es un animal salvaje, una criatura asesina y diferente a cualquier otra, que no mata por supervivencia, pues se alimenta de pastura.
La tauromaquia la ha conservado y criado con honor y devoción, un toro llega a la plaza para ser lidiado a los cinco años, cuando ya llego al máximo de su crecimiento y en el mejor momento físico, fuerte y sano, cuidado por los ganaderos que se esmeran en proporcionarle la mejor alimentación.
Tiene durante los treinta minutos que dura la lidia, la oportunidad de defenderse y demostrar su casta y su trapío, de ser así es devuelto a los corrales con honor y pasa el resto de su vida que no es mucha porque la vida de la res es corta, como semental en un estado de libertad que no encuentra ningún otro animal en el mundo.
La tauromaquia es sin duda un tema polémico, amado y odiado, en el que no se entienden las medias tintas ni los argumentos tibios, un espectáculo místico y barroco, de inusual sensibilidad que infunde miedo y respeto al espectador.
El matador de toros es un oficio en el que un hombre dedica su vida entera a entender y amar a los toros, a ningún aficionado nos gusta ver a un toro sufrir innecesariamente sin darle su lugar como el protagonista de la fiesta.
Muy por el contrario, defendemos su honor y su integridad, admiramos su entereza y fuerza, nos quedamos anonadados frente a su instinto y ferocidad.
La tauromaquia es el resultado del valor sobre el miedo, del ingenio sobre el instinto, de la inteligencia sobre la fuerza, no permitiríamos jamás que se denigrara ni al animal ni al matador, mucho menos aplaudiríamos una lucha con desventajas o crueldad.
Un toro pesa alrededor de 500 kilos, embiste con ferocidad y fuerza inusitada, tiene una piel gruesa muchísimo más gruesa que la del humano, es poderoso y febril.
Un matador de toros solo tiene su destreza e ingenio para conocer en pocos minutos a la bestia y poder torearla.
Yo solo les pido una cosa:
No subestimen una actividad legendaria, que existe desde hace siglos y que ha inspirado las más sublimes formas de arte y creatividad, no sin antes tratar de entender todo lo que la fiesta de los toros encierra y significa, no sin antes vibrar de miedo y emoción, permitirse presenciar la máxima confrontación de inteligencia y brutalidad.
Si después de esto usted sigue despreciando las corridas de toros, es muy libre de expresar su punto de vista y condenar la práctica a la extinción junto con la especie que ha sobrevivido intacta durante miles de años únicamente para este fin.
(Y me refiero a las dos, la humana y la bovina).