Por. Saraí Aguilar
La semana pasada, un grupo de mujeres feministas burló el operativo de seguridad de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México e interrumpió el Red Bull Show Run CDMX 2021 que se realizaba en el Paseo de la Reforma, a la altura de la glorieta del Ángel de la Independencia, en el que participó el piloto mexicano Sergio “Checo” Pérez.
Entre las manifestantes también había mujeres dedicadas al comercio informal que protestaban contra los operativos para evitar la venta al interior del Metro capitalino y en la Glorieta del Metro Insurgentes.
Y si bien el evento causó una gran molestia entre los internautas y los asistentes, pues vieron como un agravio la suspensión del evento a causa de la protesta, ésta sacó a la luz un tema del que poco se habla y es el de las mujeres en el comercio ambulante.
De acuerdo con ONU Mujeres, el problema del trabajo informal –o sumergido como también se le conoce– es grave, ya que “las mujeres a menudo carecen de la protección que ofrecen las leyes laborales y de prestaciones sociales como las pensiones, los seguros de salud o los subsidios por enfermedad remunerados”.
Asimismo, éstas trabajan con un ingreso inestable y mucho más bajo, siendo las condiciones poco seguras, lo que repercute en vulnerabilidad ante acoso sexual y riesgos de salud, entre otros. Esto deriva en problemas sociales a largo plazo como el hecho de que más mujeres lleguen a la vida adulta sin una pensión o protección social, a diferencia de los hombres. Esto quedó evidenciado en la pandemia, donde la mayor parte de las plazas laborales que se perdieron eran de mujeres, al ser éstas las plazas sin prestaciones o sin repercusiones para algún empleador.
Y es deseable que las mujeres no laboren en estas condiciones, aunque queda claro que se necesita una agenda programática para lograrlo y no pretender solucionarlo “por decreto”. O se supone que es obvio, aunque meses atrás, la senadora de Morena, María Luévano, presentó una iniciativa en la cual decidió criminalizar la pobreza y precariedad laboral, “prohibiendo el ambulantaje” e instando a que quienes no cumplan con las reglas establecidas para ello, les retirarán su mercancía y los multarán.
Si bien no procedió, este hecho nos demuestra la poco comprensión o nulo conocimiento de lo que existe detrás del trabajo informal.
Según cifras del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN), las mujeres que trabajan en la economía informal son más vulnerables a vivir en situación de pobreza. Sin embargo, su labor contribuye diariamente con más de 9 millones de pesos a la economía del país. “El empleo informal, el subempleo y el desempleo está asociado con menores niveles de ingresos laborales y, por tanto, una mayor probabilidad de que esa mujer y su familia estén en situación de pobreza o vulnerabilidad”, denuncian Gabriela Inchauste y Ayslin Isik-Dikmelik, economistas del Banco Mundial, entrevistadas por Forbes México.
Y bueno al parecer la única manera que se voltee a ver a este sector olvidado es incomodando las actividades propias de las clases acomodadas. Ellas también están en una carrera, pero contra la pobreza.