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«ABREVADERO DE LETRAS» Hablemos de brujas blancas, también llamadas tanatólogas

  • Actividad para despertar el alma

Por: Cut Domínguez

Más de una vez me dije que el tanatólogo era, invariablemente, hombre; con facha siniestra y cuya profesión consistía únicamente en consolar a los familiares de un difunto luego del trance fatal.

La Doctora Elizabeth Kübler-Ross, médica psiquiatra suiza, profesora de la Universidad de Chicago y considerada pionera de la tanatología moderna, se hubiera levantado de su tumba al escuchar mis dichos para aplicarme un buen tapabocas.

Nada en las primeras palabras de la Psicóloga y Tanatóloga, Yoko Santos Madrigal, al menos en lo que percibo, indica que no sea “bruja sanadora, una especie de bruja blanca”. Su afirmación es categórica. No duda. Lo dice con audacia que parece marca de la casa. La Maestra en Tanatología por el Instituto Mexicano de Psicooncología y escritora, así como colaboradora del libro Acuérpanos es la Consigna, señala que la suya es una actividad para despertar el alma.

Luego, precisa: “Es una disciplina que se encarga del proceso de la muerte, de su concepción, de sus ritos y significados. Ayuda a la eventualidad de ésta, así mismo, a la pérdida en general”. Aclara que entre las pérdidas están la casa en un desastre, el divorcio, alguna parte del cuerpo y el deterioro de la salud, entre otras. Es algo que yo tenía y ya no tengo, pero también es algo que yo deseaba y nunca tuve; donde se aprecia una falta de energía, como es el caso de los enfermos terminales.

Entendiendo como enfermo terminal aquella persona, cuyo padecimiento es avanzado, progresivo e incurable y, por lo tanto, su pronóstico de vida es limitado, explica Yoko Santos, quien actualmente cursa el Diplomado de Actualización en Cuidados Paliativos en la UNAM. “Quien va a morir pasa por una serie de etapas (tristeza, negación, depresión, ira, etc.) y nuestra función es darle la mejor calidad de vida sin importar lo que el paciente tenga. Le ayudamos a que los días que le resten de existencia, los viva a plenitud”, señala satisfecha.

Conversar con la Doctora Santos Madrigal es transitar un sendero de interesantes hallazgos. Me acongoja no tener más tiempo y espacio para rescatar todo lo que comparte. Destaca, entre otros temas, que para obtener la Maestría en Tanatología se requiere cursar antropología, filosofía y psicología en grado de licenciatura; avalado por la SEP y el Instituto Mexicano de Psicooncología, después de dos años de estudio, principalmente en dos planteles ubicados en la CDMX; uno en Tlalpan y otro en Lindavista.

Destaca, asimismo, como excepcional el momento que pasa en México la disciplina debido a la pandemia por el COVID-19 y la crisis de salud, mortalidad y duelo que vive la población. “Las secuelas del Coronavirus en mucha gente y los familiares de los enfermos terminales merecen también nuestra atención, particularmente estos últimos que pasan por las mismas etapas que sus pacientes”, advierte.

Se refiere al duelo o luto de los parientes al impacto de la muerte como una fase de aceptación y tratar de que recorran este arduo camino en el menor tiempo posible, para hacer que su pesar sea menor.

Cuando hablamos de la muerte, hablamos de la vida y la aceptamos cuando tiene que llegar; por ello es adecuada una buena comunicación, en especial a los niños, que su educación sea plena”, dice. Y señala la facilidad con la que los chicos la reciben, debido a la ausencia de prejuicios. “En las escuelas, todavía hay un gran tabú acerca de la aceptación del hecho de morir y nuestra tarea también es hacer consciencia de ello”, refiere.

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