- Covid y salud mental
Por. Cut Domínguez
Según estudios recientes realizados en diversas instituciones norteamericanas y canadienses, la pandemia por coronavirus está mermando la salud mental de millones de individuos. Confinamientos, angustias financieras, distanciamiento físico y social, temor al contagio, preocupación por familiares y amigos, incertidumbre; la montaña rusa no es corta y ha dejado un reguero de miedo, con duelos que no son de nadie, porque son de todos.
La investigación demostró que, de enero a mayo, en países como China, Estados Unidos, Perú, España, Irán, Italia y México, la prevalencia del insomnio es del 24%, la del estrés postraumático alcanza el 22 %, la de la depresión está en 16% y la de la ansiedad llegó al 15%. El análisis destaca, también, que el trastorno por, estrés postraumático, la ansiedad y la depresión son, respectivamente, cuatro y tres veces más frecuentes en comparación con lo que habitualmente reporta la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Año y medio de pandemia, varios tipos de vacunas desarrolladas con eficacia y seguridad, y pese a todo éstas no nos protegen del contagio al 100 por ciento y aunque no enfermemos gravemente continuamos siendo factores de transmisión. Pero aquí aparece otro desafío. El virus, como toda entidad biológica, está sometido a la acción de los agentes cambiantes y, consecuentemente, crea o se convierte en una nueva variante.
Entonces aparece otra vez el miedo con un bicho distinto o variante que realmente preocupa. El llamado Delta. Conforme avanza en nuestro país y en Estados Unidos, los contagios aumentan. Claudia Shienbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, declaró recientemente que el 85% de los contagiados se deben a Delta. De manera que las grandes empresas han comenzado a postergar los planes de retorno a las actividades en las oficinas. Algunas de ellas anunciando estrictas medidas de seguridad para sus trabajadores, entre ellas el uso de tapabocas obligatoriamente y presentar prueba de vacunación. Lo que causa enfado y desaliento.
Los centros de Control y Prevención y Enfermedades (CDC) de Estados Unidos consideran que la variante Delta es tan contagiosa como la varicela y podría causar enfermedad grave, aunque los vacunados no corren riesgo de muerte, según un documento de esta dependencia, publicado por diarios estadounidenses hace algunos días.
Cada vez es más evidente que estamos más agotados. Que el teletrabajo ayuda mucho, pero no necesariamente es saludable. Que el esfuerzo de conservar el empleo en la pandemia nos ha desgastado físicamente, pero sobre todo mentalmente.
Este reportero vive en carne propia los estragos del encierro junto con mi hijo menor durante casi tres semanas, quien también se contagió. No he padecido un mal psiquiátrico, ni alguno que ya sea crónico; sino de síntomas que me abrazan causándome un deterioro del conocimiento que me llevan a comportamientos erráticos, a la dificultad para concentrarme y a sentimientos negativos. Extraños en mí.
Hubo una respuesta natural de tristeza por varios días que jamás había sentido. “Si esa tristeza se prolonga por mucho tiempo y no te deja trabajar, disfrutar, ni mejorar, será patológica”, advierte un sobrino, especialista en Covid. De acuerdo con la ONU, la pandemia ha sembrado una severa crisis de salud mental. El aislamiento físico, el miedo, la pérdida económica y hasta la desinformación ha extendido el malestar psicológico en la población.
Desde de mi punto de vista, aparte de las dos vacunas ya obtenidas, cuento con una más eficaz y menos dolorosa. La describe la canción de Ema Elena Valdemar: Me sobra mucho Pero mucho Corazón.