Por. Marissa Rivera
No sé a usted, querido lector, pero a mí me provoca enojo, impotencia y repulsión, que en el gobierno federal se minimice y desdeñe el tema del Covid-19, pero si sea prioritario el tema de la sucesión presidencial o la “absurda” consulta del 1 de agosto.
Una actitud mezquina y deleznable, por decir lo menos.
De nada sirve el enojo cuando siempre han actuado igual. Un tema lo intentan ocultar con otro.
Hoy, en México, el Presidente y sus funcionarios deberían estar ocupados en la ola que estamos enfrentando y que la vemos venir, amenazante, alta y mortal.
¿Más de 300 mil muertos no son suficientes?
Hace unos días, dos familiares, entrañables, cumplieron un año de haber fallecido por Covid. Dos personas que quizá, como miles de mexicanos, no les tocaba morir. El virus se los llevó.
Duele recordar que en esos momentos difíciles, con muchos contagios y muertes, el discurso de Hugo López-Gatell, era “solo acude a un hospital, cuando tengas problemas para respirar”.
Lo repetía hasta el hartazgo, todos los días, en sus conferencias. Y mucha gente le hizo caso. Miles de personas llegaron al hospital al borde de la muerte, cuando ya no había nada que hacer, es más, ni siquiera había espacio para atenderlos.
Quedarán para la historia, esa que tanto anhela la llamada 4T, las imágenes de personas que morían en ambulancias, en sus casas, en la calle o camino al hospital, porque le hicieron caso a la fallida estrategia de López-Gatell.
A un año de distancia, ya nos alcanzó una tercera ola, que viene rápida y con mucha fuerza.
En las últimas semanas los contagios se multiplicaron de manera exponencial. Tan solo en la última semana, según cifras oficiales, se sumaron alrededor de 90 mil casos, con los 15 mil 198 de ayer miércoles.
¿Pequeño rebrote, Señor Presidente?
En las últimas 24 horas murieron 397 personas y es ahí donde la ola viene creciendo. Los contagios rebasan las 15 mil personas y con ello aumentan el número de pacientes graves, la mayoría de ellos sin vacuna o solo con una dosis y población joven.
Y además ya vimos que personas con el cuadro completo de vacunación han muerto.
Las vacunas almacenadas no le sirven a nadie. ¿O acaso al gobierno federal? Son más de 21 millones de vacunas que para unos están perdidas y que para el gobierno es una “brecha” de vacunas aplicadas que aún no están en registros oficiales o están en tránsito.
Una polémica que no debería existir. Ya es hora de redefinir la estrategia de vacunación, acelerarla y descentralizarla. Permitir la participación de los gobiernos estatales y de la iniciativa privada. No son tiempos de monopolizar la vacunación.
No se trata de un capricho neoliberal, se trata de salvar vidas y los especialistas llevan tiempo haciendo ese llamado.
El 80 por ciento de los mexicanos no tiene las dos aplicaciones de la vacuna y son vulnerables a padecer la enfermedad grave.
Reconvertir nuevamente hospitales Covid llevará tiempo y estamos en un punto exponencial de la tercera ola.
Culpar únicamente al gobierno de la creciente ola, sería injusto. Sí, se han equivocado y han hecho de la vacuna y del semáforo un acto político.
Pero también la gente ha puesto de su parte. Con el argumento del hartazgo, han relajado las medidas, se han olvidado de lo mortal que es el virus y sus nuevas cepas, como la llamada “Delta”.
Siguen exponiéndose a un mayor riesgo y se les olvidan cuidarse, ni cubrebocas, ni sana distancia, mucho menos lavarse las manos.
Ahí están vacaciones, viajes, graduaciones, antros, restaurantes, bares abarrotados, festejos y celebraciones, con el pretexto de que “nos hemos cuidado”. Hoy, lo estamos sufriendo.
La estrategia falló desde el principio. Los resultados lo ratifican.
Pocas pruebas, pocos vacunados, pocas respuestas y muchos contagios, aunado a una sociedad laxa e inconsciente, es la perfecta combinación para esa potente tercera ola que nos amenaza y que nos alcanzará, tristemente, otra vez.