Por. Sandra Vivanco
En días pasados México le demostró al mundo el buen cine que se produce en este país, las mentes maestras que dirigen una producción, la excelencia en las actuaciones, la impecable fotografía, pero lo más significativo es que, también expone internacionalmente la violencia de género que nos aqueja.
En el mundo, la violencia contra las mujeres es considerada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una pandemia, en México no es la excepción, se tiene constancia de 10 o más asesinatos al día de mujeres, de todas las edades a lo largo y ancho del país.
Las escenas de dos filmes muestran la crueldad de la violencia contra mujeres, la desaparición forzada y la descomposición social, todo lo anterior como estragos del narcotráfico. Desgraciadamente lo que sucede en ambas películas no es ficción, son las tristes realidades no solo de la sociedad, sino el día a día de los millones de mujeres que habitamos en México.
Una de las consignas de las colectivas es: “el Estado no me cuida, me cuidan mis amigas”, es una realidad. Día a día lamentablemente decenas de mujeres no tienen un retorno seguro a casa, son constantemente acosadas en el ámbito laboral o escolar, aunque este último se encuentra en un impasse debido a la pandemia, pero esto último, con el confinamiento que es cada vez menor, no ha sido un paliativo para que las mujeres se encuentren a salvo, ha sido el seno familiar uno de los lugares de más inseguridad para ellas, así lo demuestran los miles de llamadas al número de emergencia.
El Estado no ha tenido la capacidad de mantener a las mujeres a salvo, esa es la radiografía que muestran los dos filmes ovacionados en Cannes, Noche de fuego y La Civil, no solo evidencian la existencia de la violencia, sino que exponen la crudeza del mal trato a las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, porque como se ha reflexionado en otras colaboraciones la violencia no siempre tiene una justificación, sino que quien ha violentado lo hace por el hecho de que puede y quiere hacerlo, porque considera que tiene el poder de disponer de la vida y la dignidad de la otra persona.
Noche de fuego y La Civil, reciben el reconocimiento en Cannes denominado: Una cierta mirada, y es precisamente eso, una mirada a la cruda realidad que se vive, eso debe llamar poderosamente la atención para la sociedad y el gobierno del país. Tener una mirada internacional encima por la violencia contra las mujeres, en medio de los casos de narcotráfico, es delicado y más para un país que ha tenido que incluir en su Constitución Federal el respeto y protección a los Derechos Humanos por mandato judicial de la Corte Interamericana, y que, además cuenta con senda sentencia respecto a sus obligaciones para eliminar y erradicar la violencia de género por el caso del campo algodonero.
El reconocimiento de Una cierta mirada, se otorga a aquellas producciones originales y de alguna forma diferentes, en el caso, lo que debe llamar más la atención es el hecho de que con una de ellas se inaugure otra sección en el Festival de Cannes denominado: Premio a la valentía, a que se hizo acreedora la cinta La Civil, eso deja un sabor de boca un tanto amargo; siempre nos gusta y llena de orgullo recibir premios, saber que nuestro México es ovacionado en otras latitudes, que nuestro himno retumbe en teatros y centros de convenciones, que la hermosa bandera que poseemos ondee, pero jamás será motivo de alegría que sea por mostrar en una película la dura realidad en que viven muchísimas zonas de nuestro México lindo y querido, donde ser mujer, pero ser una joven mujer significa uno de los más grandes peligros.
Noche de fuego nos muestra lo difícil que pasan su juventud las niñas en México, los peligros constantes al ser “elegidas” por los narcos de la región, el sufrimiento de las madres por esconderlas para mantenerlas vivas y a salvo. Su futuro, incierto. Su realidad, una crueldad.
La Civil, por su parte, es la segunda ocasión, en el tiempo reciente, que en una película conocemos de los casos de violencia contra las mujeres, narcotráfico y particularmente la inacción de la justicia en México, durante la investigación y la procuración de justicia, la falta de sensibilidad y empatía por parte de las instituciones y el nulo seguimiento y acompañamiento a las personas denunciantes, que un día sí y otro también las autoridades con su actuar revictimizan a quienes tocan la puerta buscando respuestas y soluciones a sus problemas que tratan de la ausencia de un ser amado, en el caso de Miriam Rodríguez la mujer que en la vida real padeció la historia de esta película o como con Marisela Escobedo, cuando se trata de la desaparición de sus hijas.
Fueron Miriam y Marisela las valientes mujeres que sacaron fuerza de la tristeza y de la angustia, se las ingeniaron para con sus propios recursos buscar a sus hijas, rastrear a las personas responsables y desgraciadamente ambas también fueron cruelmente asesinadas cuando le demostraron al Estado su incapacidad para buscar y encontrar a los responsables de la desaparición ilegal de sus hijas. Asesinadas, una en la puerta de su hogar y la otra en la puerta del Palacio de Gobierno de Chihuahua, estas mujeres dejaron en claro que el Estado no nos cuida, mucho menos nos busca y jamás nos encuentra.
Ocho y 10 minutos de aplausos para las películas que exponen la realidad de México ante el mundo es un gran aliciente para el trabajo de los profesionales de la industria del cine. Al mismo tiempo es una evidencia de la gran problemática de violencia contra las mujeres que padecemos. De alguna forma, también un motivo de vergüenza.