«COLUMNA INVITADA» LGBTI y futbol ¿agua y aceite? - Mujer es Más -

«COLUMNA INVITADA» LGBTI y futbol ¿agua y aceite?

Por. Óscar H. Morales Martínez

Este reciente 23 de junio, el mundo del futbol estaba pendiente de un partido muy especial. Se enfrentaban las selecciones de Alemania y Hungría en un juego que sería de vida o muerte para ambas, en sus aspiraciones por avanzar a la siguiente fase de la Eurocopa.

La última vez que se habían enfrentado estas escuadras en un partido oficial, fue en la final del mundial de Suiza disputada en 1954. Previo a ese partido, Hungría, la amplia favorita del torneo con 33 partidos invicto, había aplastado a Alemania Occidental en la fase de grupos por marcador de 8-3. Nade imaginaría que después de ir perdiendo 2-0 en la final, Alemania Occidental pudiera remontar y conseguir la victoria por 3-2, en lo que se denominó “el milagro de Berna”.

Esta sería la primera copa mundial ganada para Alemania y, hasta la fecha, el último partido de Hungría como finalista de la copa del mundo.

Después de 57 años, volvían a enfrentarse ambos países. Ya no era la Alemania Occidental dividida de la post guerra, ni la Hungría sometida a la política soviética. Sin embargo, además del aspecto deportivo, apareció un ingrediente extra cancha que infundió en el ambiente una expectativa más importante.

La semana anterior al cotejo, la Asamblea Nacional de Hungría había aprobado con 157 votos a favor y 1 en contra, la ley que veta el intercambio de contenido LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales), prohibiendo pláticas sobre homosexualidad en centros educativos y la emisión de contenido audiovisual que incluya temática LGTBI en televisión.

Si bien esta ley va encaminada a castigar la pedofilia (se creará un registro de infractores pedófilos accesible al público y las penas de cárcel serán de hasta 20 años para algunos casos clasificados de pornografía infantil, entre otras medidas para proteger a los menores), al margen de estos artículos, la nueva legislación contempla prohibiciones en cuanto a la educación sexual escolar, donde no se podrán llevar a cabo actividades que tengan el propósito de “promover la homosexualidad” o el cambio de género.

Asimismo, las televisiones no podrán emitir películas o programas que se considere que promuevan contenido LGTBI para menores de 18 años.

Europa y diversos organismos internacionales han condenado esa ley y concretamente el Ayuntamiento de Munich, Alemania, había solicitado a la UEFA (Union Européenne de Football Association, por sus abreviaturas en francés) que le permitiera iluminar con los colores de la bandera arcoíris el estadio Allianz Arena, donde se realizaría el partido de futbol entre Alemania y Hungría.

Por su parte, el ministro de Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, había criticado el plan alemán afirmando que en Europa Occidental están quejándose de que “en Hungría hemos aprobado una ley para proteger a los niños húngaros” y “quieren expresarlo incluyendo la política en un evento deportivo, que no tiene nada que ver con la aprobación de las leyes nacionales.”

La UEFA aunque entendió los motivos de dicha petición, rechazó la solicitud “por su contexto político”, señalando que “la discriminación solo puede combatirse en estrecha colaboración con otros”, proponiendo que se ilumine el estadio hasta el 28 de junio, por el Día del Orgullo en Berlín, o entre el 3 y el 9 de julio, cuando se celebra en Munich, “porque esas fechas se alinean mejor con los eventos existentes.”

Michael Roth, ministro alemán para Europa, afirmó que la decisión de la UEFA era “amarga, pero esperada” y solicitó a los aficionados que acudieran al partido mostrando sus colores.

En su cuenta de Twitter escribió Roth: “¡Sean un ejemplo de diversidad y solidaridad con el colectivo LGBTI en Hungría y en toda Europa¡ ¡Los derechos LGBTI son derechos humanos¡”

Otras ciudades y provincias alemanas también mostraron su desilusión y enfado con la decisión de la UEFA, proponiendo que otros estadios de la Bundesliga se iluminaran de los colores del arcoíris.

El portero y capitán de la selección alemana, Manuel Neuer, ha utilizado desde hace tiempo un brazalete de capitán con la bandera arcoíris. La UEFA le “autorizó” utilizarlo en esta competencia.

Llegó el día del partido y al momento de entonarse el himno nacional de Hungría, un aficionado con la camiseta de la selección alemana y enarbolando con orgullo una bandera con los colores del arcoíris en sus hombros, bajó de las gradas y se paró enfrente de ambas selecciones, de una manera pacífica, pero enviando un mensaje muy poderoso al mundo: los derechos humanos son la base la civilización y deben ser expresados y respetados. Otros aficionados hicieron lo mismo desde las gradas y otros sectores del campo, como forma de expresar su protesta contra la ley húngara discriminatoria.

El marcador del partido, que por cierto fue muy emocionante, terminó en empate a 2 goles y Hungría quedó eliminada del certamen, pero nadie se acordará de eso. Lo que perdurará en nuestra memoria es la tensión deportiva que se dio en un tema que no debe ser considerado “político”, sino de derechos humanos y la forma en que el público se convirtió en el jugador número 12.

Quizá este partido de futbol será conocido como “el milagro de Munich”, que detonará la apertura total de las autoridades deportivas del futbol y otros deportes, para evitar manejar el asunto LGBTI como un tema político.

No es coincidencia que en el futbol femenil este tema sea abierto y en el futbol varonil siga siendo un tema reservado o manejado con oscurantismo.

El mundo ya cambió desde 1954, pero sigue la lucha en contra de la discriminación. El futbol es el deporte más difundido en el planeta y debería ser la vitrina perfecta para impulsar ese cambio.

El ejemplo es la mejor enseñanza y, quizá, el mundo esté unido por un balón.

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