La palabra menstruación es sinónimo de fertilidad, pero también de vergüenza, de algo oculto, secreto, sucio. La sola palabra ni siquiera figuraba en el espacio público, por años le han llamado a este proceso natural de las mujeres como “le llegó Andrés”, “está en sus días”, “la regla”, “está de sangrona”.
De acuerdo con Alejandra Collado Campos, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, ni la mercadotecnia la había nombrado hasta que lo hicieron colectivos de mujeres. Es un avance significativo nombrar a este ciclo natural en las mujeres que por años ha estado estigmatizado.
Para la especialista en Estudios de la Mujer es un avance que el pleno de la Cámara de Diputados haya aprobado el pasado abril de 2020 el dictamen de la Ley Menstruación Digna, que propone la gratuidad de los productos de higiene femenina en las más de 198 mil escuelas públicas del país y abre el debate sobre un tema tabú del que todavía no es fácil hablar en México. “Falta que la iniciativa se apruebe en el Senado para que entre en vigor, la implementación será un gran reto”.
Y es que en pleno siglo XXI la tecnología ha ganado terreno en muchos aspectos de la vida diaria, pero hay que visibilizar que no todas las mujeres tienen las mismas posibilidades y alternativas menstruales.
En la Ciudad de México se tiene muy normalizado el gestionar la menstruación porque se tiene acceso a varias marcas y colores de toallas femeninas por sólo 40 pesos, pero en otros sectores y latitudes ese gasto representa un 8 por cierto de los ingresos de las mujeres y prefieren destinarlo a otras necesidades básicas. En otros lugares no tienen acceso ni al agua para asearse, “cuatro de 10 niñas no pueden tener acceso a estos productos de gestión y limpieza”.
Otro de los aspectos positivos de esta ley es que incluye de manera expresa la educación menstrual, como parte de la educación sexual integral que debe impartirse por mandato constitucional. “No se nombra la menstruación por motivos de educación. Los padres se esperan hasta que llegue ese momento y la educación sexual se gestiona desde mucho antes, no tienen que sentir miedo ni vergüenza”.
En un contexto urbano, explicó Collado, el acceso a internet es algo cotidiano, tenemos acceso a un teléfono móvil, pero hay lugares en los que no se tiene acceso si no se tienen datos. Hay muchas mujeres que cuando llega el momento no entienden qué les está pasando, es información (la educación menstrual) que les ayuda a entender o que les va a pasar.
Se espera que la propuesta de gratuidad de los productos también llegue a las mujeres en reclusión o en situación de calle donde los artículos de higiene para la menstruación son utilizados como monedas de cambio. “Encontrar en los espacios públicos elementos para menstruar dignamente ayudará a aminorar un poco las violencias que viven día a día”.
Históricamente se ha considerado como algo de desecho sucio, pero hay que entender lo que el proceso de menstruación implica. Hay que hacer llegar la información para naturalizar el proceso y que deje de ser un estigma, una vergüenza y que se viva con culpa o dolor. “La menstruación no duele, no es normal que duela, por ser (un proceso fisiológico) despreciado e ignorado llegan mujeres con endometriosis u ovario poliquístico avanzado por no atender los mensajes que el cuerpo enviaba a través de la menstruación. La lucha por dignificar la menstruación en México es un reto”.