Por. Mariana Aragón Mijangos
Hay dos formas de mirar los resultados electorales 2021, podemos tacharlos de satisfactorios o como de insuficientes, es decir, el vaso medio lleno ó medio vacío. Todo depende de la posición que juguemos y de la propia perspectiva. Comparto ambas miradas sobre lo más relevante de la nueva configuración política del país. Ustedes saquen sus conclusiones.
Empezaré por algo dulce, aquello en lo que existe un amplio consenso: pese a unas campañas plagadas de incidentes violentos, el 6 de junio tuvimos una jornada electoral nutrida en participación, como muchos ya apuntaron, algo poco común para una elección intermedia. Y no sólo eso, realmente se sintió en las calles, en las redes sociales y en las casillas la emoción cívica de ejercer el sufragio. El INE hizo bien su chamba, y también las y los funcionarios de casilla se pusieron bien la camiseta.
Por muy acostumbrados que estemos a las dinámicas de nuestro sistema de partidos, sigue siendo insatisfactorio que una buena parte de esa votación, sobre todo en zonas rurales y conurbadas, responda a viejas prácticas clientelares de compra de votos ó bien a presiones por parte de las autoridades y hasta de tipo familiar para favorecer a determinada fuerza política. Es increíble que para algunas personas la lucha para ejercer sus derechos políticos comience desde casa “En esta familia nunca votaremos rojo, ó en esta familia siempre hemos votado morado”. Piedad, estamos en pleno siglo XXI.
En el anverso de la moneda, tuve la grata impresión de percibir una ciudadanía más informada, más convencida de que votar cuenta para el rumbo del país, y los resultados lo demuestran, ahí les van dos ejemplos: El desplome de la 4T en CDMX al perder cuatro alcaldías, no es resultado de guerra sucia como dijo el Presidente, sabemos bien que ese desplome comenzó el 3 de mayo, con otro desplome, el de la Línea 12 y las 26 personas fallecidas. Ojo con esas cuatro alcaldías perdidas, porque no son cualquier cosa, son de esos bastiones progresistas donde se han gestado movimientos políticos que han cambiado la política nacional, así también hoy representan un foco rojo en la 4T que podría representar su salida de Palacio Nacional en 2024.
El otro ejemplo sucedió en la contienda por la capital oaxaqueña. El candidato de Va por México Javier Villacaña, claramente tenía consigo a la mayoría de los medios de comunicación y sin embargo, las tendencias siempre favorecieron al hoy virtual ganador morenista Francisco Martínez Neri. En la recta final muchas personas recibimos mensajes de texto que invitaban al cierre de campaña de Neri, donde supuestamente podríamos vacunarnos, hubo una gran difusión para esta nota a todas luces falsa, producto de una campaña negra alterna. Vamos, hasta López Dóriga la compartió, y sin embargo la tendencia se mantuvo el día de la elección. Lo dicho, ya no es tan fácil engañar a una ciudadanía que cada vez hace más suyo el derecho a informarse y a decidir.
Bien por la ciudadanía, y “F” (como dice la chaviza) también por las cancinas e irrisorias autoproclamaciones de victoria de candidatas y candidatos, cuando en algunos estados el PREP apenas iniciaba.
Para las mujeres, si bien este proceso ha representado avances importantes como el haber mantenido la paridad en la próxima legislatura, y el que por primera vez hayan sido electas de un solo golpe seis gobernadoras. Sin embargo, no nos contenta el hecho de que, aún sumadas a Claudia Sheinbaum y a Claudia Pavlovich, en el mapa político del próximo año las mujeres representaremos únicamente el 25% de las gubernaturas. Y más allá de la representación, nos falta comprobar el compromiso con la agenda feminista que cada nueva gobernadora esté dispuesta a asumir, Guerrero es claramente un foco de atención.
En lo referente a la Cámara de Diputados, algunos medios señalaron: “Morena perdió terreno”, y otros “Morena mantiene mayoría”, ambas afirmaciones son ciertas, lo cual obliga a la alianza Va por México a mantenerse unida para 2024, pues de otra forma ya se vio que no la van a armar, y por otro lado también obliga a Morena a aprender de los errores cometidos y a dar mejores resultados, tanto en lo legislativo como en lo local. La Cámara de Diputados es un buen termómetro para medir la competitividad que habrá en 2024.
Finalmente, me atrevo a afirmar que el pulso general es de una elección de satisfacción más llena que vacía, porque premió el deseo de generar contrapesos, como bien lo expresó Gabriel Guerra “Todos ganaron algo y todos perdieron algo, como debe ser en toda democracia”. Y con esto nos quedamos, esperemos que en la partidocracia tome nota si quiere ganar en 2024: la ciudadanía está más consciente, hay prácticas y perfiles obsoletos que hay que renovar.