Por. Sandra Vivanco
Estoy impresionada, no por tu lucha y resistencia, sino por la fortaleza con la que afrontaste y enfrentaste la violencia de la que fuiste objeto. En el 2014 demostraste que, sin ser legisladora, realizaste el trabajo de todo un órgano legislativo: crear una iniciativa de ley en tu estado natal.
He leído muchas veces noticias de tu caso y aunque solo te veo a través de las redes sociales te imagino muy grande, enorme, tanto como tu espíritu. Fuiste objeto de burlas y palabras altisonantes, que seguramente mermaron en tu autoestima, pero fuiste más fuerte que eso, le gritaste a los legisladores que ellos eran delincuentes por haber dado like al video que te exponía socialmente.
Tu exigencia hace siete años no tuvo eco, fue en 2018, cuatro años después de tu primer intento que en el Código Penal de Puebla se aprobó una reforma para castigar delitos contra la intimidad sexual, pero eso no era suficiente para proteger a muchas mujeres, de todas las edades que son acosadas sexualmente, violentadas por vivir su sexualidad, señaladas y vituperadas porque alguien, un hombre, una pareja, un amigo, en ex, se sintió con el derecho de exhibirlas públicamente como a manera de castigo y burla.
El 29 de abril pasado fue distinto, después de estos años de la lucha que has llevado junto con las demás hermanas con quienes has construido más que el Frente Nacional para la Sororidad, sino una red de apoyo y de sostén emocional para quienes padecen la violencia digital, se ha aprobado por la Cámara de Diputados. La resistencia ha dado frutos.
Sigo sin entender de dónde sale tanta fuerza, no solo tuya sino de todas las mujeres víctimas de este delito, porque no es fácil, como has narrado, todas las emociones que se viven que empiezan por hacerte sentir culpa, cuando las víctimas son las menos culpables, pero es precisamente adjudicándose esa responsabilidad la que hace que se justifique el comportamiento del atacante.
Del 2014 a la fecha eres otra, pero no solo tú, no te diste cuenta quizá en el principio de tu feroz lucha, pero estabas haciendo realidad el respeto de derechos humanos de las mujeres y a la vez estabas abriendo el camino para evitar otro tipo de delitos cibernéticos como trata de blancas, pedofilia, que lastiman a nuestra sociedad tanto como la agresión a las mujeres por transmitir imágenes sexuales que vulneran su cuerpo al igual que su mente y existencia.
Vivir una vida libre de violencia, para las mujeres no puede simplemente significar un concepto en una ley general, debe ser una seguridad jurídica, física y emocional, culturalmente debe dejar de estar naturalizada la amenaza por la existencia de un video íntimo que no representa más que un momento y un cuerpo que legalmente debe respetarse.
Una pena que puede ir desde los tres a los seis años por violentar la intimidad sexual, es un castigo real pero insuficiente, tú lo sabes Olimpia, muchas mujeres que han padecido esto no sobrevivieron a la presión de verse expuestas. Hasta seis años en prisión no restituyen una vida y tampoco aminoran el daño a la fama pública, al derecho de un buen nombre, pero, sobre todo, el derecho a una vida en paz y a la integridad en todos los aspectos del libre desarrollo de la persona.
Pero no solo tenemos ya la reforma aprobada, ya se materializó con la detención de un hombre por acoso digital y difusión de contenido sexual sin consentimiento, ahora tenemos la certeza de que el Estado Mexicano a través de sus autoridades sancionarán cualquier tipo de amenaza y uso indebido de imágenes sexuales.
Gracias Olimpia, porque además te he leído y no te has apropiado de esta lucha que iniciaste, al contrario, solidariamente mencionas a todas tus aliadas, agradeces la compañía, lágrimas y esfuerzos de todas aquellas que sufrieron las mismas agresiones que tú, o a quienes no han sido víctimas directas, pero se saben vulnerables por el simple hecho de que son mujeres.
De verdad, cuando te leí expresando que las garantías de considerar delito la exhibición de fotografías o vídeos íntimos, ya no iba a resarcir el daño hecho a tu persona, pero que, si serviría a las demás generaciones, advertí un gran acto de bondad, aunque la historia ya lleva tu nombre, y eso, desde mi perspectiva, ya valió cada lágrima.
Tener una ley que lleva tu nombre por supuesto que dignifica tu lucha, a cada mención debes sentirte orgullosa de lo que le has regalado a cada persona de este país, especialmente a las mujeres y niñas. Si alguien quiso marcarte socialmente exhibiendo un momento íntimo, la realidad es que despertó a una gran guerrera que, de la ocasión más adversa a sus 18 años, lo transformó en la oportunidad de defender a una generación que vive a través de sus redes sociales, que se comunica con videos y que sin los debidos cuidados y atenciones pueden utilizar la tecnología para dañar y agredir.
Gracias querida Olimpia porque no te detuviste con el primer no, con las burlas cuando caminabas a denunciar, por realizar el trabajo de los legisladores, por insistir, resistir y nunca desistir.