Por. Boris Berenzon Gorn
A Paola Berenzon , mi hija en la alegría de una vuelta al sol.
Pocos críticos como Nicholas Carr han conseguido mostrar con su obra lo endeble que es el resplandor mitológico que rodea a la web 2.0. El escritor estadunidense, conocido por su agudeza y escepticismo, señala con recelo los argumentos que erigen a las redes sociales como la solución a los problemas de la ciudadanía de hoy. ¿Estamos realmente caminando hacia la sociedad perfecta?
Para los entusiastas, las cumbres de la democracia, la justicia y la participación ciudadana están en la web 2.0, una visión maniquea impulsada por los grandes empresarios que se benefician de que la miremos como una fuente inagotable de bondad. Si no hay malicia detrás de ella, ¿por qué dudaríamos en entregarle cada rincón de nuestras vidas? Sin embargo, para el escritor, estamos frente a una serie de herramientas perfectibles que, mientras buscan tal perfección, están causando efectos en la sociedad y el individuo.
Nicholas Carr, el crítico de la sociedad de hoy
El autor de Superficiales: ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes? empezó a señalar las posibles fallas de las nuevas tecnologías cuando hacerlo parecía más pecaminoso incluso de lo que parece hoy. A lo largo de su obra, el autor nos ha regalado decenas de aforismos para entender nuestra actualidad. Aquí comparto con ustedes cinco de mis favoritos:
- “Estar conectado significa estar solo, y pertenecer a una comunidad digital significa estar solos juntos” (Twittelégrafo, 2007).
Que no se nos olvide que acudimos en masa a la web 2.0 por una soledad irreparable, que es el signo de la época. No importa lo populares que seamos en ella, lo cierto es que llegamos ahí por el mundo offline: la soledad es demasiada. Eso no significa que no haya nadie a nuestro alrededor, parece obviar Nicholas Carr. A veces estamos solos incluso en las multitudes. Tener a alguien enfrente no significa que empaticemos con él.
- “Es triste ver realizar tantos esfuerzos para expresarse con tan poco que expresar” (La vacuidad de MySpace, 2006).
Desde hace 15 años, Nicholas Carr ha lanzado críticas que no pierden su vigencia. Ya sea MySpace, Vine o TikTok…, ¿estamos ahí porque tenemos mucho que expresar? ¿O precisamente por lo contrario? Carr asegura que esta no es la cruda humanidad sino “la humanidad cocida hasta la insipidez en el caldero de la personalización”.
- “Twitter es el medio de comunicación de Narciso. No solo eres la estrella del show, sino que cada cosa que se te ocurra, no importa cuán insignificante sea, se convierte en un titular” (Twittelégrafo, 2007).
Tendemos a pensar que la vida entera se juega en las redes sociales. Y está bien: quizá para muchos así sea. Pero uno no puede evitar preguntarse ¿a eso es que han quedado reducidas nuestras existencias hoy en día? Se supone que la web 2.0 sea un medio para facilitar nuestros fines. En la actualidad, se ha convertido en el fin en sí mismo. Vivimos para ella. Trabajamos para sostenerla. Nada está vivo hasta que no se manifiesta en sus canales.
Sobre los empresarios de Silicon Valley
Nicholas Carr no solo critica las nuevas dinámicas sociales que se han creado en la web 2.0. También pone la mira en la trama empresarial que la sostiene. Y es que la web 2.0 no es una herramienta bondadosa, como tampoco es maligna per se, pero sí es la herramienta de estos grandes magnates.
- “La estrategia contemporánea de los gigantes de internet podría ser calificada como vampírica. Su meta principal es conocernos, transferir a sus bases de datos la sangre de nuestra información. Su sed es insaciable” (Vampiros, 2007).
Hace más de una década Nicholas Carr ya advertía que el motor de la web 2.0 no era la democracia sino la mina de oro que se haría con nuestros datos. Hoy, esta declaración está mil veces dicha y escuchada, y aun así sigue cayendo en vano. El gran negocio ha conseguido hacernos adictos. Hoy pocos se opondrían a él, no tanto por las razonables ventajas como por el miedo al síndrome de abstinencia.
- “Nos guste o no, la web 2.0, como antes la Web 1.0, es amoral” (La amoralidad de la web 2.0, 2005).
Nos encanta enaltecer la web 2.0 como un medio para alcanzar los más preciados fines de la humanidad. Solemos decirnos que es buena en sí misma, que ha sido creada para puro beneficio de la especie. Sin embargo, como apunta Nicholas Carr, a la web 2.0 “no le importa si sus consecuencias son buenas o malas” ni “si nos ofrece una conciencia superior o una disminuida”. Lo que le importa es mantenerse con vida, alimentar sus algoritmos y su fuente de poder: nuestros datos. Todo lo demás, bueno o malo, está en nuestras manos ponerlo.
Manchamanteles
Es por todos sabido que la carrera por el espacio ya se ha activado de nuevo. Pero esta vez no son gobiernos los que compiten; son las empresas. Parece que la ciencia ficción olvidó imaginar que los grandes poderes del mañana no serían los Estados totalitarios sino las corporaciones. ¿Cómo sería un universo conquistado por los incuestionables intereses privados?
Narciso el obsceno
Marie-France Hirigoye (1949) señala en su libro Los Narcisos que “la sociedad moderna refuerza y selecciona a los más narcisistas para que ocupen los puestos más altos” y añade que “para ser político hay que ser narcisista, pero no necesariamente narcisista patológico. ¿No hay político no narcisista?”. Cada quien tendrá su respuesta.