Por. Sandra Vivanco
Es sumamente preocupante que en nuestra sociedad conozcamos de hechos en los que las personas agreden cruelmente a los animales, sean o no callejeros, aun y cuando, prácticamente en todo el país ese actuar es considerado como delito.
En México, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, en 2019, publicó en su sitio oficial la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, en la que se reconoce que los animales tienen derecho a la existencia, a ser respetados, indica además que el hombre, como especie, no puede atribuirse el derecho de exterminar o explotar a los animales.
En su artículo 3, establece que ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles; en el numeral 6, señala que el abandono es un acto cruel y degradante; en el relativo 11, dicta que todo acto que implique la muerte sin necesidad es biocidio, un crimen contra la vida.
Por lo menos esos tres numerales refieren los actos que se consideran maltrato a cualquier especie animal, y que, por el hecho de que el Estado Mexicano ha firmado la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, está obligado a vigilar su puntual cumplimiento por parte de la ciudadanía y el gobierno a través de sus instituciones.
Además de esta obligación, los Códigos Penales en las entidades establecen las penas a que se harán acreedores aquellas personas que incumplan con el respeto y cuidado a la vida animal, sin embargo, un hombre originario de Sinaloa en la semana que concluyó consideró que podía ejercer violencia contra un perro sin hogar, sin importarle que en su Estado, desde 2016 se aprobaron modificaciones al código penal para establecer sanciones para agresores de animales domésticos que van desde los 3 meses hasta un año de prisión.
Rodolfo Corazón, era un perro sin hogar, callejero como muchos llaman, que desgraciadamente se topó con la furia y sin razón de un hombre, adulto, consciente de sus actos, aunque hayan sido irracionales, y como agravante puede considerarse que el objetivo del sujeto era causarle sufrimiento hasta llevarlo a la muerte, pues lo atacó al momento de que el perro dormía con un hacha.
La crueldad utilizada para privar de la vida a un ser sintiente, como en el caso Rodolfo Corazón, no tiene justificación.
Más allá de las penas corporales que existen en la legislación penal, nos enfrentamos como sociedad a la existencia de personas que no pueden dominar instintos primitivos de ataque a seres indefensos, pero más allá de eso, resulta preocupante que también son violentadores en potencia, que además de ser sancionados con pena privativa de la libertad, deben ser obligados a recibir terapias para dominar sus impulsos.
Desde la infancia, en los hogares y en las escuelas debe existir educación de la cultura de cuidado animal, con ello también se logrará eventualmente con la protección al medio ambiente, es imperativo la atención, pero sobre todo el respeto a los animales, porque ello representa la existencia de una sociedad más responsable, considerada con las demás especies del reino animal, con mejores personas, conscientes y respetuosas de otros seres vivos.
Este domingo, la sociedad sinaloense salió a las calles a marchar para exigir justicia para Rodolfo, pero él, ahora representa a miles de animales domésticos que son arteramente abandonados o maltratados, algo que debe parar, existen las penas y las autoridades, lo que se requiere es la atención inmediata.
Como en película de terror: un hombre con un hacha, atacando a un peludito, porque sí, porque pudo y quiso. Las autoridades deben dar respuestas a su sociedad que exige justicia.
No podemos ser ajenos y considerar que no sucede nada. El maltrato animal es un delito, con penas establecidas, que debe castigarse y atenderse.
Muchas de las candidaturas que se encuentra en campañas electorales, están ofertando su agenda animalista, sin duda es necesario que las penas sean más enérgicas para inhibir a los violentadores, para garantizar una vida digna para las mascotas, evitar la explotación animal en temas de apuestas o reproducción, ojalá se realice todo ello y las distintas fuerzas políticas que queden representadas en la Cámara de Diputados y en los Congresos Locales abanderen una política de respeto a la especie animal para que tengan una vida digna.
Por ahora, la sociedad en general le hemos fallado a Rodolfo Corazón, no lo cuidamos, ni le ofrecimos un lugar seguro, murió por la furia y la extrema violencia de un sujeto que espero pronto se encuentre procesado.