Por. Bárbara Lejtik
Como si este año hubiese sido fácil, como si nos faltaran razones para querer cambiar de planeta, como si no estuviéramos ya lo suficientemente confrontados y cansados.
Nuestros nervios están casi tan mal como nuestras economías, nuestras relaciones sociales y familiares seriamente lastimadas.
La primavera del 2021 nos encuentra fraccionados y con altos niveles de estrés, no importa, los mexicanos tenemos que enfrentar una prueba más, las largamente temidas y por muchos esperadas elecciones ordinarias.
Aún inmersos en la crisis de la pandemia por COVID19, no hay muchas opciones que enfrentar estoicamente y con temple de hierro: la publicidad de las campañas electorales.
No hay a dónde huir, ningún refugio en el cual esconderse, no hay salvación.
Todos los medios de comunicación incluyendo las redes sociales que para muchos fueron una válvula de escape durante el prolongado confinamiento, están ya invadidas por anuncios publicitarios y campaña políticas.
Cuando creímos que ya habíamos visto de todo, nos sorprende la vida con un castigo digno de la inquisición, si ya de por si las campañas son difíciles de digerir y el ambiente se vuelve tenso y volátil, la discordia se hace presente en los hogares y reuniones sociales, las confrontaciones por diferentes ideologías y puntos de vista hacen que el enojo se sienta en el aire.
Este año pareciera que nuestros nervios estarán a prueba, diez partidos, tres de nueva creación y las fusiones más extrañas, impredecibles y explosivas amenazan con destruir la poca paz que algunos conservábamos.
La ley es la ley, cada cuatro años el país elige diputados, senadores, gobernadores y alcaldes..
Este año cambian cerca de veintiún mil cargos públicos, 3 mil quinientos puestos de elección popular, 15 gubernaturas, mil 923 alcaldías, 500 diputados y mil 63 legisladores del congreso local.
Para lo cual serán destinados nada más y nada menos que mil 575 millones, 285 mil 638 pesos, provenientes de nuestros impuestos y otros tantos millones que también son de nuestros impuestos, pero que intereses particulares usarán para saludar con sombrero ajeno y así tratar de obtener privilegios posteriores.
El problema no es solo ese, se entiende que así lo dicta la constitución mexicana y que vivimos en un estado democrático, por lo que las elecciones deberían ser un acto cívico y honesto en el que los ciudadanos asistiéramos a votar con plena conciencia y responsabilidad, conociendo a los candidatos y sus propuestas y que dichos aspirantes se comprometieran a tratar al electorado como entes inteligentes que en plena libertad de sus derechos elijan al mejor representante para cada puesto.
Lejos, muy lejos de esto, las campañas políticas se parecen más bien al circo de los horrores y este año al parecer la pandemia nos adormeció aún más nuestras pocas neuronas.
Por cada candidato honesto que pretende ocupar un cargo para trabajar en pro de la ciudadanía, hay miles de oportunistas que al más elocuente decir de uno de ellos el actor Alfredo Adame, están allí únicamente con la consigna de “chingarse” lo más que puedan.
Desde un presunto violador, hasta un sacerdote, la lista es tan bizarra como preocupante, luchadores, boxeadores, actrices, cómicos, reinas de belleza, por decir lo menos y no es por denigrar ningún trabajo u ocupación ni por insinuar que una persona que realiza tal o cual oficio carece de inteligencia o capacidad, jamás debemos los ciudadanos excluir a una persona por su origen social o desempeño laboral.
Pero, esto no debería ser tomado tan a la ligera, la política eso debería ser visto como algo serio. Durante milenios las civilizaciones más importantes han hecho lo posible por establecer mejores métodos para gobernar, para eso es primordial que quienes aspiran a un cargo público se hayan preparado para este, tengan un conocimiento profundo de las leyes y de la problemática social, estén comprometidos con sus ideales y tengan la intención de trabajar arduamente para salvaguardar la seguridad y el orden.
Si bien ningún candidato podrá gobernar de manera personal, como muchos quisiéramos, lo ideal es que quien sea electo para el puesto esté consciente del compromiso que adquirió y dispuesto a cumplir sus promesas, para que la mayoría de la población esté satisfecha con su desempeño.
La poca seriedad que mostramos los mexicanos al permitir que este catálogo de personas improvisadas y faltas de cualquier tipo de preparación pretendan no llegar a ocupar puestos, pero si entorpecer la carrera de los candidatos que si están conscientes de lo que la contienda electoral representa, claro, además de ver si de pasada pueden “Chingarse” unos cuantos millones de los destinados a la campaña, obviamente provenientes de nuestros impuestos, o llegar a un puesto burlándose de todas las mujeres que denunciaron acoso sexual para con más poder seguir ejerciendo violencia de género amparándose en el fuero y sin ningún tipo de restricción.
No creo que los mexicanos merezcamos esta burla por parte de los partidos políticos, por lo que es nuestra responsabilidad no apoyar esta bacanal mediática.
Concentrarnos únicamente en los candidatos que presentan una trayectoria política y una propuesta con categoría, limpia y honesta, no basada en el desprestigio de sus contrincantes sino en el bienestar de la ciudadanía.
Como nunca los mexicanos tenemos que ponernos las pilas y ser asertivos en nuestras decisiones, analíticos y elocuentes, no dejarnos llevar por rumores sin sustento, investigar las fuentes de información, evaluar las propuestas, ser conscientes de que lo que se promete en campaña es solo eso, promesas de campaña, la trayectoria política de los candidatos es lo que debe hablar por ellos, la eficiencia con la que hayan trabajado anteriormente y su prestigio.
No nos rebajemos al nivel de las campañas pobremente improvisadas, cuyos eslogans se basan únicamente en la acusación y muchas veces la injuria, no nos quedemos con la primera frase, vayamos más allá siempre, abramos nuestra mente a la razón y a la lógica y no nos dejemos llevar por rumores inventados en el aire.
Demostremos que hemos crecido como nación, que los tiempos de crisis nos han hecho más fuertes y mejores, invitemos a nuestros coterráneos a la cordialidad, a la ética y al civismo. Sin prejuicios, sin dejarnos calentar por la publicidad nociva, con conciencia y objetividad.
Al final, los únicos que pagaremos como sucede todos los años nuestras malas decisiones seremos nosotros mismos, la población civil, por eso es tan importante informarnos, no confrontarnos innecesariamente y acudir a votar con la cabeza fría y la mente lúcida, la información suficiente y la responsabilidad civil.