…con su andar sugestivo y natural rompes cadenas
Por: Cut Domínguez
Las mujeres de cuarenta años, como tú, no necesitan instructivo. Basta escuchar tu nombre sin decirlo para que vueles como una mariposa. Cuando sueñas, puedes ver el paraíso y un recuerdo es el motivo que te hace sonreír por la mañana, o evocar no tanto lo que se dice, sino aquello que es innecesario decir. No eres hosca, más bien emocionalmente segura y harto sensible. Sin fallas, yo los llamaría “efectos especiales”. Sin lonjitas, son áreas para el goce erótico. Tan tú, dulce e irreverente. Eso de que te bajen el cielo y las estrellas ya no va contigo, tú te las aterrizas sola y aún alcanzarán en la decoración del árbol de navidad. No comes cuento. Ya te empacharon con tanto cuento y mejor los escribes. No crees en bufones ni en falsos poetas, aprendiste a ser tu propia musa, te inspiras; te escribes y vuelves a sonreír. Tú la libre, la loca y hasta la maléfica, que con tu andar sugestivo y natural rompes cadenas y no te atas al que dirán.