- Seguiré poniendo acentos en las nubes para besar tu vientre
Por: Cut Domínguez
Disfrutar el regalo más hermoso que la vida nos dio, sin culpas, ni prejuicios, en total libertad. Ensayar la unión sagrada, no el mero amor físico, ni el sicológico; sino con aquel ejercicio de la entrega a consciencia, de energías que se funden. Respirar el momento, vibrar, dejarse tocar el alma. Clamor mágico de dos seres, tú y yo, fundiéndose en un solo fuego de sentimientos y emociones, cuyos cuerpos se llaman para consumirse y renacer. ¿Has imaginado una y mil veces esa sinfonía de sonidos memorables de nuestras voces y susurros que incitan y excitan? No prometo tener sexo, porque somos un par de locos y nosotros amamos así, sin una pizca de cordura; las promesas, por el contrario, son candados, atan. Te invito, eso sí, a que hagamos el amor, cada segundo, minuto y hora como nos venga en gana; porque nos amamos, por favor, por supuesto; con el teléfono apagado y los dedos encendidos. Muy de mañana o en la tarde color malva, con la luz prendida o apagada, cuando acaricie tu nombre en un breve manuscrito o lo grite en medio de la nada. Con los ojos cerrados o abiertos. Con el cuerpo limpio y los pensamientos sucios o viceversa. Enmendemos ese error y agotémonos el uno al otro, seamos uno solo. Haciendo muecas a las dudas, al que dirán, con claridad, como los rayos del sol que despostillan un retazo de cielo. Que nuestros labios indaguen nuestros cuerpos, con el mayor estruendo; pero, también, con el grato silencio que logre agitar el corazón como un racimo de suspiros en el aire.