Por. Gilda Melgar
Debido al cierre de restaurantes y establecimientos formales de venta de alimentos a raíz de la pandemia de Covid-19, miles de cocineros perdieron su empleo o vieron disminuidos sus ingresos, sin posibilidad de ser contratados por otro establecimiento, pues los sectores turístico y gastronómico son dos de los más golpeados a nivel global.
Dicen que con toda crisis se crean áreas de oportunidad, y esto ha sido parcialmente cierto para el ámbito gastronómico, con el surgimiento de nuevas formas de producir o comercializar los alimentos.
Tal es el caso de las “dark kitchen” o cocinas fantasma que, a un año del confinamiento, se han convertido en una moda de la cual México no se escapa.
Se trata de un modelo de preparación y venta de alimentos en el que no hay un comedor o espacio físico de atención a los comensales ni personal que les atienda. Aquí no hay un local, sólo cocinas, y si bien en algunos casos no hay una renta ni nómina de meseros a cubrir mensualmente, sí hay una gran exigencia en cuanto a la difusión y calidad del servicio para poder competir y destacar.
Un fenómeno particular y común entre las cocinas fantasma es que no necesariamente usan las aplicaciones populares de entrega a domicilio, como Uber Eats o Rappi, e incluso han creado su propio servicio de entrega con un perfil mucho más personalizado a través del trato directo con los clientes. Normalmente se dan a conocer a través de las redes, sobre todo por Instagram, lo cual implica sí o sí invertir tiempo y recursos en la difusión digital de su oferta.
De hecho, muchas veces el contacto con el comensal inicia por mensaje privado de Instagram para derivar en un número de WhatsApp a través del cual se envía el menú y se concreta la compra.
Es un fenómeno emocionante. Imagino que un cocinero con mucha experiencia en grandes fogones ahora tiene oportunidad de crear su propio menú, desde su cocina, y que éste puede llegar a mi mesa a través de una relación calidad-precio difícil de encontrar en un establecimiento. Para mí es muy antojable y mientras no haya seguridad sanitaria para nadie será una magnífica opción para comer sabroso sin tener que cocinar.
También está el caso de negocios nuevos que estaban listos para empezar a operar justo antes de la pandemia o acababan de abrir sus puertas y, ante el cierre, decidieron arrancar de forma “online” y sólo con servicio a domicilio o para llevar. Es el caso de La vitrine, de la galardonada repostera Sofía Cortina quien, a través de la cuenta oficial de Instagram, ofrece pastelería de vitrina y otras delicias de inspiración francesa, tanto de línea como con ediciones limitadas. No se pierdan sus travel cakes o el París Brest. Está previsto que su tienda abra este año. Ojalá que así sea.
Durante el año pasado festejamos los cumpleaños de la familia en casa, de forma espectacular gracias a Pin-tó, thai to go, propuesta de comida tailandesa estilo callejero, para llevar, surgida en la pandemia gracias a la chef Somsri Raksamra, creadora del restaurante Galanga. El plus de Pin-tó es que resulta más accesible que el anterior y la calidad y presentación de los alimentos es excelente.
¿Menú de entre semana pero con un toque Gourmet mexicano? En Ideas que llenan tienen uno semanal que hace babear a cualquiera. Les contactas por WhatsApp y te hacen llegar tu pedido. Esta semana, por ejemplo, hubo sopa prehispánica de Xoconostle, chile poblano relleno de ternera y de postre, Tarta de Santiago. Un gusto de fonda fina de vez en cuando no hace daño .
Los que aún tenemos la fortuna de quedarnos a trabajar desde casa sin haber menguado el ingreso y queremos seguir cuidándonos al máximo, apoyemos a estas cocinas fantasma, que aunque aún no salen a la luz, ya brillan por el sabor de sus platillos y el profesionalismo de sus propietarios.
Buen finde de dark kitchen.