«ABREVADERO DE LETRAS» Cuento chinito - Mujer es Más -

«ABREVADERO DE LETRAS» Cuento chinito

  • Los corazones, como la voluntad, poseen la maquinaria más compleja y delicada…

Por. Cut Domínguez

La joven Meinü Húdié, dijo cierto día al ya entrado en años Mengxiang Láng “Das la impresión de inteligencia y bondad, sentido del humor y bebes limonada que si te observara un camello enrojecería del bochorno; pero me impacienta la curiosidad, quiero ver lo que escondes bajo ese estrecho torso, y si tu corazón corresponde a tu carácter”.

A toda velocidad el viejo quisquilloso se abrió el pecho, casi arrollando las costillas; tan solo para que la menuda joven, de sonrisa cómoda, advirtiera que en medio de un enjambre de huesos, de sólida blancura, descansaba un enorme corazón.

 Tu corazón es digno del temperamento que tienes, dijo la chica de ojos luminosos, y enseguida lo acercó con su mano izquierda al suyo.

No pasó mucho tiempo cuando el corazón de Mengxiang Láng aceleró el ritmo, provocando su crecimiento al doble, luego al triple; hasta convertirse en una gigantesca masa escarlata que arrojó estrepitosas palpitaciones de júbilo. Así continúo durante algunos días. 

Una tarde, la bella Meinü Húdié confesó a su interlocutor la dificultad de que ambos corazones siguieran juntos. Tu corazón es harto grande y tiende a seguir creciendo, dado el material que lo conforma; el mío, al contrario, se niega a latir más de lo necesario, quizá por el temor de ser aún más enorme que el tuyo y luego estalle.

Es obvio tu temor linda criatura -repuso Mengxiang Láng-. Los corazones, como la voluntad, poseen la maquinaria más compleja y delicada que se conoce hasta ahora. Luego explicó a la muchacha que su corazón no lo perdería por explosión, sino, quizá, a las lágrimas húmedas que derramaba con frecuencia, las que empapan el alma. Pero, sobre todo, al gran amor que prodigas, aquí y allá, dijo.

Dicho esto, Mengxiang Láng se rasgó la piel, extrajo el inmenso corazón y lo colocó en medio del pecho de Meinü Húdié, para después dirigirse al campo, a su lugar favorito de reposo, una pequeña cabaña rodeada de orquídeas, camelias y narcisos; donde continuó la escritura de su novela: Corazonada.

 

 

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