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«DOLCE ÁLTER EGO» Gastronomía a domicilio

Foto. Especial

Por Gilda Melgar

No cabe duda que la pandemia ha revolucionado el servicio de comida a domicilio, algo que si bien era común para las empresas que comercializan el fast food, ahora es una necesidad para cualquier tipo de venta de alimentos.

A casi un año del confinamiento en este lado del mundo, la comida que antes sólo se servía frente al comensal, hoy llega a la puerta del cliente y no al revés.

Debido al prolongado encierro, hay consumidores ávidos por comer en casa algo más que pizza o comida china, especialmente los del sector que ya estaba acostumbrado a destinar parte de su ingreso en idas a los restaurantes.

Si bien cuando uno visita un restaurante fine dining lo hace principalmente por la calidad de la comida, también cuenta la experiencia en sí, la cual incluye además de un excelente servicio e instalaciones de calidad, a un cocinero destacado al mando.

Y son justamente este tipo de restaurantes los que más han padecido el confinamiento a nivel global, porque resulta casi imposible cumplir con su cometido a través de un servicio a domicilio.

Así que, desde el encierro obligado de sus locales, a estos restauranteros e incluso a otros con ofertas menos finas, no les quedó de otra más que reinventarse o morir y, de un día para otro, lo que servían en cerámica esmaltada tuvo que “emplatarse” en cajas de cartón para ser enviado vía moto al comensal.

Otros, comenzaron a envasar sus salsas y pastas de autor, ofreciendo frascos de chutney de jengibre, spread de berenjenas tatemadas, mermeladas y helados de autor, moles y hasta artículos textiles en alianza con artesanos y cooperativas, como bolsas de mandado, tortilleros y paliacates.

Algunos como el chef Alejandro, propietario del restaurante Cedrón, además de ofrecer menús del día para llevar, ahora vende frutas y vegetales de primera calidad seleccionadas y “curadas” por él mismo sobre la banqueta de su local, bajo el concepto de Chef’s marketing. Sus exquisitas mermeladas ahora están a la venta en lindos frascos junto a su excelente pan.

Un afamado restaurante sobre la calle Masaryk, cuyo menú es de los más vanguardistas de la CDMX, esta semana oferta ya canastas de San Valentín para dos, con champán y macarrones incluidos por 3 mil quinientos pesos. Eso sí, la caja y los empaques en que se entregan están hermosos y lo que le sigue.

Otro más, en la Condesa, ofrece sus famoso cortes de carne y aves, preconizadas y al vacío, con una sugerencia de uso para preparar en casa.

El hecho es que ahora hay aplicaciones que cuentan con un botón llamado “Alta cocina”, cuya oferta tan sólo hace un año jamás imaginamos ver por ahí. Pero uno puede pedir a Puerto Madero, Tori tori, La Buena barra, Dawatt y La docena, entre otros.

Esta tendencia en los restaurantes de calidad ya creó nuevos hábitos en los consumidores. Comer en casa como en fine dining es una consecuencia de la pandemia y ahora parte de la nueva normalidad.

Seguramente, aún cuando todo pueda ser como antes y seamos de nuevo libres por la calle, pedir a domicilio un “Abulón vivo de Ensenada con su salsa de chiles” para disfrutarlo en una cajita de cartón con cubiertos biodegradables, ya no será nada del otro mundo, sino una razón cotidiana para celebrar que seguimos en la tierra.

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