Louise Michel, bastarda, maestra, anarquista y no sé qué tantas cosas más… (IV) - Mujer es Más -

Louise Michel, bastarda, maestra, anarquista y no sé qué tantas cosas más… (IV)

  • La bandera de la Comuna es la bandera de la República mundial

Por. RAÚL JIMÉNEZ LESCAS

Instalada La Comuna de París, el Consejo General de la Internacional emitió comunicados de solidaridad y realizó acciones de apoyo a los comuneros (entre los 86 miembros de La Comuna, sólo 30 habían sido miembros de la AIT).

Karl Marx, desde el 12 de abril, escribió una carta:

“Pero, sea como fuere, este levantamiento de París –aún si sucumbe a los lobos, chanchos y viles perros de la vieja sociedad– es la hazaña más gloriosa de nuestro partido desde la insurrección parisiense de junio. Compárese a estos parisienses, que tomaron el cielo por asalto, con los esclavos hasta el cielo del Imperio germano-prusiano, del sacro Impero Romano, con sus máscaras póstumas, apestando a cuartel, a iglesia, a repollo de hacienda junker y, sobre todo, de filisteo”.

Se realizaron diversos actos en Hanover, Alemania, el 20 de abril (“Trabajadores franceses, vosotros sois la vanguardia del ejército que marcha a favor de la liberación del mundo”.); en Hyde Park, Londres, Inglaterra, el 26 de marzo (“Os saludamos, en nombre de la República Universal, nosotros el pueblo de Londres, seguro de que vosotros combatís por la libertad y la emancipación de todo el género humano.”); y en la misma fecha, en Berlín, Alemania (“Saludamos con júbilo la revolución social que ha estallado en París como la insurrección del pueblo trabajador contra la burguesía en descomposición”.).

Por su parte,  el diputado socialista alemán, Augusto Bebel exclamó, el 25 de mayo, en el Reichstang, durante aquellos días sangrientos:

“La batalla de París no es sino un pequeño combate de vanguardia. Nos queda por vivir el episodio principal en Europa. Antes de que transcurran muchas décadas, el grito de combate del proletariado parisiense: guerra a los Castillos, paz a las chozas, muerte a la miseria y a la oscuridad, será el grito de combate del proletariado europeo”.

Y en efecto, en 1905 y después, en 1917, ese fue el grito de los obreros, campesinos y soldados rusos, que tuvo su eco hasta 1923, con las revoluciones en Alemania, Bavaria y Hungría.

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