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«EL ARCÓN DE HIPATIA» Maternidad infantil y adolescente: el color de la indiferencia

Por. Saraí Aguilar

Se arranca el 2021 en medio de la incertidumbre sanitaria, no sólo del SARS-CoV-2, sino también entre la polémica suscitada entre las denominadas pañoletas verdes y azules por la recién aprobada ley para la interrupción voluntaria del embarazo en Argentina.

No obstante, mientras la atención general se debate entre las razones morales y personales para estar a favor o en contra, parece olvidársenos la realidad que ya tenemos entre nosotros. Y esta realidad son las niñas y adolescentes madres, por las cuales nadie está viendo.

El tema no es nuevo, pero poco se ha hecho por ellas. No se han visto grandes manifestaciones por aquellas en las que la prevención ya no es tema y su vida se ha visto comprometida por embarazos a edades tempranas. En 2016, a través del reporte “Embarazo y Maternidad en la Adolescencia”, Save the Children encendió las alertas sobre el incremento sostenido en la tasa de embarazos adolescentes en México, así como la preocupante situación de los embarazos en menores de 15 años.

Para Ivonne Piedras, directora de Comunicación y Campañas en SaveChildrenMx, si bien el embarazo adolescente es multifactorial, es importante reconocer que “también los embarazos en niñas y adolescentes son consecuencia de la violencia de género ya que puede ser resultado de relaciones sexuales forzadas, pero también de un ejercicio desigual de poder” (Animal Político, 12-09-2020).

De acuerdo con el resumen Ejecutivo Fecundidad en Niñas y Adolescentes de 10 a 14 años (Inegi-Conapo), en los últimos 26 años, los nacimientos en niñas y adolescentes de 10 a 14 años han aumentado sostenidamente. Esto se demuestra mediante el análisis de las estadísticas del registro de nacimientos de 1990-2016.

En 1991, se calcularon 6 mil 86 nacimientos en mujeres menores de 15 años. En el 2016, 11 mil 808 casos. Durante este lapso, el aumento observado fue gradual y sostenido. Los grupos de edad que concentran los nacimientos son los de 13 a 14 años, mientras que van a la baja los casos de mujeres de 12 años o menos que dan a luz. La tasa de fecundidad también muestra un aumento en las adolescentes de 12 a 14 años, edades con mayor riesgo de embarazo, al pasar de 2.59, por cada mil nacimientos en 1990, a 3.55 en el 2016.

Asimismo se detectó que los hombres con quienes han procreado son mayores que ellas, principalmente tienen entre 15 y 19 años, pero pueden llegar a doblarles la edad, pues hay casos en los que tienen 30 años o más.

En el mismo reporte se consigna que hasta 2016 el 89 por ciento de las niñas menores de 15 años que son madres no trabajan. Casi el 90 por ciento se dedica a los quehaceres del hogar y solo el 12 por ciento sigue estudiando

¿Qué estamos haciendo al respecto? ¿Quién está viendo por ellas? Esa es una realidad que ya tenemos entre nosotros y no parece mover masas para apoyarlas, generar estrategias o sancionar el abuso sexual al que fueron víctimas. Las revictimizamos día a día robándoles la infancia, la juventud, sin políticas que las apoyen, programas de integración y sobre todo, con nuestra indiferencia. Para ellas, no hay un color de pañuelo que dé la batalla.

 

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