Por. Óscar H. Morales Martínez
La esperanza mundial para combatir la pandemia contra el SARS-CoV2 (COVID-19) ha llegado con las vacunas, sin embargo, se convertirá en una oportunidad fallida si no logra adquirirse, almacenarse, distribuirse y aplicarse correctamente.
Parafraseando las palabras de Andrés Manuel López Obrador y Hugo López-Gatell refiriéndose al cubrebocas, la vacuna podría generar una “falsa sensación de seguridad”, propiciando que la población se confíe y descuide pensando que la cura será de inminente aplicación y para todas las personas.
Es obligación de las autoridades sanitarias informar debidamente a los ciudadanos sobre los pormenores de la vacuna Pfizer-BioNTech (cuyo nombre oficial es BNT162) que ha convenido adquirir.
¿Por qué esta vacuna y no otra? ¿Cuántas dosis se requieren para que sea efectiva? ¿Cómo se distribuirá? ¿Dónde, cuándo y cómo se aplicará? ¿Qué efectos secundarios puede tener? ¿Quiénes tienen derecho a recibir la vacuna y a quiénes no puede aplicarse? ¿Qué zonas del país tienen la infraestructura para almacenarla y distribuirla?
Hay muchas preguntas que deben ser aclaradas antes de que se proclame como victorioso el gobierno mexicano en el combate contra esta enfermedad.
No se trata de ser pesimista ni aguafiestas, pero en el grado en que sepamos la respuesta a esas y otras preguntas podremos dimensionar la realidad, dificultades e imposibilidades que se presentarán.
Por ejemplo, esta vacuna no puede aplicarse a personas menores de 16 años. Si consideramos que en México somos 120 millones de habitantes (datos del INEGI de 2015) y que la edad promedio es de 27 años, quedan descartados de vacunación aproximadamente 38 millones de menores que seguirán estando propensos a contagiarse, aunque su nivel de incidencia sea menor al de los adultos. Es decir, una tercera parte de la población no podrá vacunarse.
De igual manera habrá que excluir a las mujeres embarazadas y las personas con propensión a determinado tipo de alergias, por los efectos secundarios que ha demostrado tener la vacuna, lo que marca otra zona de exclusión poblacional.
Otro elemento importante es que no se ha definido un verdadero Plan de Vacunación Nacional. Se ha mencionado qué grupo de personas tendrán prioridad y un orden de preferencia de acuerdo a la edad, pero no se ha definido detalladamente la estrategia.
Es importante recordar que hay un alto nivel de personas que no están afiliados a un sistema de seguridad social (IMSS o ISSSTE). El Seguro Popular fue sustituido por el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) y no se han publicado las reglas de su operación, lo que ha privado del acceso a medicinas del cuadro básico a miles de personas, así como a otro tipo de tratamientos.
La infraestructura de salud en México está en su peor momento, justo cuando más se requiere de ella. Es cierto que ningún país estaba preparado para enfrentar esta pandemia, pero no es lo mismo establecer una logística de vacunación con instituciones médicas y un sistema de salud fortalecidos que donde hay serios socavones y agujeros en la red sanitaria. Esto sin mencionar el nivel de desinformación que han generado las autoridades políticas, con intención dolosa de engañar a la población en muchos casos.
La vacuna BNT162 tiene inconvenientes propios que vuelven una tarea difícil, si no más que imposible, su resguardo y aplicación. Se requiere almacenarla en temperaturas muy bajas, de frío extremo de -70 o -80 grados centígrados, porque su ARN (hebras de instrucciones genéticas que le indican a las células qué hacer) es muy frágil.
El canciller Marcelo Ebrard, quien se ha colgado la medalla al mérito por lograr firmar el convenio de adquisición con el laboratorio que produce esta vacuna, lo cual es aplaudible, ha pecado de soberbia al crear la ilusión de que con ello México ya solucionó el problema, lo cual está muy per muy lejos de ser cierto.
Sus declaraciones, como las de otros funcionarios, han sido superficiales y nada concretas, Respecto a la distribución de la vacuna, solo ha atinado en decir que la red de frío “sí va tener solución, sí tenemos la posibilidad logística, según la evaluación que hizo la Secretaría de Salud, porque si no, no habríamos firmado un acuerdo con Pfizer”, lo que suena más a sofisma ante la falta de evidencia técnica y científica de esa supuesta evaluación y el notorio colapso de la distribución farmacéutica que vivimos.
Otro elemento que han omitido aclarar nuestras autoridades, es que esta vacuna BNT162 requiere de la aplicación de dos dosis, con un intervalo de dos a tres semanas, para lograr el 95% de su eficacia. ¿Cómo se llevará a cabo el padrón de vacunación para vigilar su correcta aplicación?
Considerando que México ha adquirido al momento 34.4 millones de dosis, que se traduce en 17.7 potenciales pacientes (aplicando dos dosis a cada uno), se requiere aproximadamente un promedio de 1.63 millones de dosis por día para que en un periodo de 3 semanas se apliquen las dos dosis que se requieren para lograr la eficacia deseada, lo cual es imposible. Pensando que se haga de manera gradual, tan solo para cubrir a 125 mil profesionales de la salud se necesitan 6 mil dosis diarias. Todo esto se traduce en tiempo, por no tener la capacidad suficiente.
Además, de no lograrse una logística perfecta de vacunación, podrán perderse muchas dosis ya que una vez descongeladas duran 5 días las 975 dosis por paquete y 6 horas para terminar cada frasco con 5 dosis, lo que implica en promedio inocular 3 inmunizaciones por minuto, lo cual no se ha visto nunca en ningún programa de vacunación en México y quizá en el mundo.
Suena complicado, más aún si no sabemos la capacidad de producción de los laboratorios que producen la vacuna BNT162 y por tanto los periodos con que podrá contarse con ella.
Por otra parte, como cualquier otro virus, puede mutar, lo que haría ineficaz el proceso de vacunación contra el virus para el que específicamente fue creada la vacuna.
México y el mundo deben estar conscientes que ha sido un avance colosal de la ciencia obtener esta y otras vacunas, pero la batalla para el control del COVID-19 llevará años y nunca se logrará erradicar por completo, como ha sucedido con otras enfermedades.
En nuestro país no debe politizarse la salud en aras de lograr votos para el 2021, ni para sostener a un gobierno que ha demostrado ineficacia en este y otros temas. Es obligación de las autoridades informar con claridad y sin engaños los alcances reales del Plan de Vacunación.
Nuestro modo de vivir ha cambiado para siempre, debemos aceptarlo y modificar el estilo de vida.