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«SALA DE ESPERA» La Virgen necesita ayuda

 

La Virgen de Guadalupe es protagonista de la historia religiosa, laica, agnóstica y hasta atea de México desde hace 489 años. Ha estado presente en las gestas nacionales y en minúsculas historias personales de millones de mexicanos.

La Virgen del Tepeyac ha sido referente para los mexicanos, religiosos o no, creyentes en sus apariciones o no; un símbolo de unidad.

No hace falta recordar su presencia en hechos históricos y en la fe de los mexicanos para su protección en contra de cualquier mal.

El escribidor recuerda -como ejemplos- a un amigo reportero, el más ateo y jacobino en la Redacción que compartieron, retar a golpes a otro compañero quien hizo un chiste sobre ella, porque “ningún extranjero va venir a burlarse de la Virgen de Guadalupe”, como también la marcha insólita de más de 5 mil cristianos y comunistas (éstos encabezados nada menos que por Valentín Campa) a la Basílica del Tepeyac para protestar, en abril de 1980, por el asesinato del arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero.

El próximo 12 de diciembre, según promedios, México tendrá más un millón cien mil infectados y más 110 mil muertos por Covid 19, cifras que para el gobierno federal son intrascendentes.

Ayer las autoridades civiles y eclesiásticas de la Ciudad de México anunciaron que, por vez primera en casi cinco siglos, el santuario del Tepeyac permanecerá cerrado del 10 al 13 de diciembre debido a la pandemia, lo que lamentablemente no evitará aglomeraciones de quienes intentarán entrar o cuando menos llegar para celebrar a la guadalupana o cumplir sus “mandas”.

Se había dicho que la Basílica abriría sus puertas los días 11 y 12 de diciembre, y los fieles deberían cumplir las medidas sanitarias exigidas (cubrebocas, sana distancia y uso de gel).

El Tepeyac es el principal santuario mariano del mundo, por encima de Fátima (Portugal) y Lourdes (Francia). Los peregrinos que llegan durante la festividad se calculan entre (los más exagerados) 10 millones y 5 millones (los más ponderados); dejémoslos en 7 millones de fieles.

Así, de conservarse la sana distancia, la “cola” sería de 10 mil 500 kilómetros, pocos más de tres veces la frontera con Estados Unidos. Ok. Tiene usted razón: no todos llegan al mismo tiempo; divídalos entre 24 horas y entonces la fila se reducirá a 437 kilómetros, cada hora. Pero, son dos días; entonces la fila será 218 kilómetros cada hora. ¿Todos los fieles con cubrebocas y manos limpias? Haga usted sus cálculos.

Las autoridades civiles y eclesiásticas capitalinas ya cumplieron su parte. Ahora les toca a los fieles la otra. En los demás santuarios guadalupanos del país (seguramente miles), autoridades y creyentes deberían asumir el mismo compromiso.

A lo largo de los años a la Virgen de Guadalupe se le han atribuido multitud de milagros, y hoy tiene muchas solicitudes. Por ejemplo, ayudar a quienes buscan la vacuna contra el Covid, a quienes ya contrajeron el virus, a los niños con cáncer sin medicinas, a los que piden por los desaparecidos, los desempleados, las mujeres violentadas y mil causas más; todas importantes.

Entonces, ayúdenle con el milagro de evitar contagios en su celebración y no vayan al Tepeyac. El escribidor tiene fe en que agradecerá esa ayuda. Es en serio. La vidas humanas son trascendentes.

 

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