“El arte transforma a las personas, humaniza y ayuda a construir mejores sociedades. El arte mueve conciencias y sensibilidades, más allá de su valor estético”.
Antonio del Valle Ruiz.
Hace unas semanas visité el Museo Kaluz. Es nuevo y se encuentra en el Centro Histórico hacia la Alameda, frente a la Iglesia de San Hipólito, donde veneramos a San Judas Tadeo.
Se trata de una iniciativa de Antonio del Valle Ruiz, empresario y banquero, quien a lo largo de su vida se ha dedicado a coleccionar arte mexicano. Con el cúmulo de esa colección logró conformar uno de los museos más emotivos que yo haya visitado.
El recorrido comienza en el segundo piso de un gran edificio conventual que hace años fue un hotel. Apenas uno accede a la sala de exhibición y escucha la voz grabada de don Antonio explicando la historia del recinto y podemos leer a grandes rasgos la curaduría de todo el museo que nos lleva, a través del arte pictórico, por el alma mexicana que se expresa y se conmueve con paisajes, escenas de la vida en las calles, las casas y las personas que fueron retratadas por artistas de distintas épocas de nuestra historia.
El recorrido es sugerente y uno disfruta de las obras. Sin embargo, lo más emocionante del museo es toparse desde el inicio con la frase que encabeza este artículo: El arte transforma a las personas, humaniza y ayuda a construir mejores sociedades. El arte mueve conciencias y sensibilidades, más allá de su valor estético.
La frase de Antonio del Valle Ruiz nos lleva a pensar en lo que él como coleccionista ha vivido al acumular todas esas obras colgadas en las paredes, y a comprender quizás el sentido de trascendencia que él le confirió a hacer este museo en vez de quedarse con su colección en una bóveda: que todos los que visitemos Kaluz nos transformemos, que al disfrutar de las pinturas que él atesoró movamos nuestra conciencia y nuestra sensibilidad hasta lograr una humanización plena. Pues a partir de ello podremos construir una sociedad mejor.
Esta misión para su museo parte de una visión generosa sobre lo mexicano y que él fue distinguiendo en cada uno de los cuadros de la colección. Y resulta sorprendente para un hombre de empresa y finanzas acostumbrado a lidiar todos los días con la trinche realidad material.
Es quizás una confesión de parte: al paso de los años el coleccionista que le concede valor material a sus objetos, distingue finalmente el espíritu que les dio vida y ocurre una transformación interna que lo lleva a valorar las obras por la capacidad que tienen en humanizar a quien las ve. Y por lo mismo surge el impulso por compartirlas con los demás.
Durante el recorrido me topé con don Antonio, ese día la familia decidió visitar el museo y lo escuché refunfuñar en su recorrido por algunos pequeños errores en las cédulas de algunas obras. Se le veía nervioso y contrariado por encontrarse en ese lugar que él había creado rodeado de visitantes curiosos que posaban su mirada en las obras que él disfrutó por años en sus espacios privados. Y me encantó ver a ese empresario humanizado por su propia iniciativa, inquieto y obsesivo por cuidar hasta el más mínimo detalle de su museo, pues expone el deseo y la emoción manifiestas en compartir con todos los visitantes el poder transformador del arte.
Al final de mi recorrido lo encontré acompañado y sentado en una banca en un rincón del claustro bajo, alejado del bullicio de los visitantes y de los saludos y cortesías con la prensa que quedaron a cargo de sus descendientes. ¿Qué pensaría en esos momentos? ¿Habrá sido una locura este museo? ¿Servirá el esfuerzo por transformar a las personas? ¿Construiremos una mejor sociedad con el Kaluz?
Yo por mi parte pensé en todos los museos de la iniciativa privada que he visitado en México y el mundo, algunos grandiosos y otros grandielocuentes. Los compraré con mi visita al Kaluz. Y con mucho lo declaré mi favorito entre todos por ver en él el espíritu de un empresario que apostó su riqueza a compartir con todos su conciencia y su sensibilidad alcanzadas por el deleite del arte.
Una apuesta valiosa y valiente que invita a otros empresarios a ser culturalmente responsables.
¡No dejen de visitarlo! Se necesita reservar y comprar con antelación los boletos.