«SEXTO SENTIDO» Encontrar fortaleza en la vulnerabilidad - Mujer es Más -

«SEXTO SENTIDO» Encontrar fortaleza en la vulnerabilidad

 

En medio de la pandemia de COVID-19 abundan la tristeza, angustia, decepción, desesperación y la falta de empatía. Pareciera que combaten contra la esperanza y las ganas de vivir. Ambos rostros, de oscuridad y de luz, se esconden tras los cubrebocas.

María Mercedes, de 96 años de edad, observa el ir y venir de miles de personas. Aunque la mayoría de ellas la esquiva sin siquiera voltear a verla. Ella permanece al ras del suelo, mide tan solo un metro de altura.

Todos los días viaja de la colonia San Gaspar en el municipio de Tonalá hacia el primer cuadro de Guadalajara. Ahí se abre paso entre la gente, desplazándose con cubos de madera, haciendo esfuerzo por tomarlos con sus manos y dedos deformados por la artritis. Ella no cuenta con la pierna izquierda, y la derecha, aunque está encogida, le permite empujarse.

“¿Quedarme en casa? ¿Para qué? Tengo que trabajar”, explica categórica. Ella no se concentra en sus limitaciones. La vida le ha enseñado a luchar para sobrevivir, sin llorar las penas.

Físicamente ha sentido el dolor profundo, lo mismo emocionalmente. Cuando tenía tan solo 13 años mientras reía con sus amigas brincando la cuerda, la sorprendió un duro golpe, calambres y el llanto imparable. A una compañera de juego se le enredaron los pies con la soga y le cayó encima, ese impacto en la pierna provocaría años más tarde que se la amputaran, tras detectarle un tumor maligno.

En ese triste momento de su vida, se combinó con una traición: su esposo la abandonó cuando le amputaron su extremidad. Ella se quedó con una hija pequeña y desde entonces no ha dejado de trabajar. Sabía que no podía quedarse a llorar su tragedia personal, tenía que salir adelante por sí sola.

Sin embargo, este no ha sido el único relato oscuro de su vida: cuando fue a trabajar al centro tapatío, por su diminuto tamaño, un automovilista no la vio y atropelló. Casi pierde su brazo derecho, los médicos se lo tuvieron que reconstruir. Ella muestra las cicatrices de esa batalla. También perdió un pulmón.

Hoy, esta mujer vive de la caridad de las personas. Ni su edad avanzada, ni sus limitaciones de motricidad y pulmonar, ni siquiera la amenaza del coronavirus le impiden salir a trabajar y mantenerse activa. Su protección: un cubrebocas y la bendición divina.

Ella es parte de la población vulnerable, tanto por su edad avanzada como por su único pulmón, pero eso no la detiene y anda entre la multitud. Se promete a sí misma que mientras pueda moverse, luchará todos los días por sobrevivir y exhorta a la población que se acerca para ofrecerle alguna moneda – pues vive de la caridad -, que no se descuide y se proteja del virus.

María recibe durante su jornada 40, 100 o 200 pesos. Cuando le preguntan ¿por qué ama vivir? Ella responde que la vida es bonita y cuando se pone fea la situación, pues hay que enfrentarla porque no queda de otra.

Esa mujer, para muchos, tal vez tenga poca altura física y sea vulnerable por múltiples razones: es mujer envejecida, padece discapacidades físicas y motrices, vive en pobreza, etc. En contraste, ella tiene una gran talla, ha sobrevivido por sí misma como jefa de familia, adulto mayor, madre, mujer trabajadora.

Mientras muchos ni siquiera la miran y otros ven en ella debilidad, unos pocos le admiran por su fortaleza y valentía. El arrojo de María Mercedes, incluso sin darse cuenta, la llevan a enfrentar a diario los riesgos del virus SAR-Cov-2 porque ella no se concentra en sus limitaciones, sino en lo que aún puede hacer.

 

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