Por ahí del próximo día 20 cien mil mexicanos habrán muerto por “una gripita”, diagnosticada por el doctor Hugo López-Gatell, hace cerca de ocho meses, apoyado por el señor presidente de la república, quien aseveró en ese entonces que su gravedad ni siquiera se podía comparar con la de la influenza.
La “gripita” no se curó con los habituales remedios caseros de los mexicanos, tampoco con los “detentes”, religiosos y políticos, del presidente de la república ni en los hospitales públicos y privados.
Por eso cuando pasaron las primeras semanas sin que se superara la “gripita”, hubo que reformular los pronósticos y el científico gubernamental dijo que en el peor de los casos habría seis mil muertos por ella. El señor presidente de la república anunció que, para el 10 de mayo, la crisis estaría superada porque la pandemia ya estaba domada y su curva de crecimiento estaba aplanada.
Pero la “gripita” mantuvo su presencia, sus contagios y sus muertes. Terca, no se domó ni se aplanó.
Entonces, el experto gubernamental tuvo que reajustar otra vez su pronóstico y multiplicó por diez su primera apuesta. Les dijo a los mexicanos que en el peor escenario de la “gripita”, la catástrofe sería llegar a 60 mil muertos.
Sí, sí, el escribidor sabe que la pandemia es mundial (de ahí su nombre); sabe también que el gobierno “transformador” no tiene la culpa de la existencia del virus. Pero también tiene la total certeza de que el gobierno, el de éste y el de cualquier otro país, es responsable de las políticas públicas de salud para combatirla y proteger a sus pobladores.
Mucho se discute y se confronta para justificar o presumir las cifras del desastre: que el número de habitantes, que el número total de contagiados, que el número total de muertos, que el número de camas hospitalarias ocupadas, que el número de contagiados recuperados. Cada cual busca llevar agua a su molino y reclaman razón, según el parámetro que use.
Sin embrago, hay un parámetro general: el de la letalidad (no índice de mortalidad, que otra cosa) del covid 19, es decir, el número de muertos en relación con los contagiados. Más sencillo: se contagian cien personas, ¿cuántos de ellos se mueren?
México siempre ha estado en los primeros tres lugares en letalidad, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkings, una la más prestigiosas en investigación médicas, con 10 por ciento, en promedio. En octubre esa tasa era del 10.2%, la segunda del mundo sólo superada por el 29.0% de Yemén, y la primera en Latinoamérica.
La “gripita” ha contagiado ya a casi un millón de mexicanos, quienes junto con sus familias han vivido la angustia y los costos de la enfermedad, y ha matado a 92 mil mexicanos entre el 18 de marzo y el 1º de noviembre, cuyos familiares han sufrido la angustia, el coraje, la tristeza y los costos de sus muertes. Y contando…
¿Cuántos de esos 92 mil mexicanos estarían vivos si hubiera habido políticas de salud correctas, eficientes, contra la “gripita”? López-Gatell debe saber la respuesta; es parte de sus funciones públicas. Es su responsabilidad.