«COLUMNA INVITADA» Centenario de mi periodista comunista preferido IV - Mujer es Más -

«COLUMNA INVITADA» Centenario de mi periodista comunista preferido IV

 

  • John Reed y el sueño de Pancho Villa: Sería bueno, creo yo, ayudar a que México fuera un lugar feliz

Aquí está Francisco Villa con sus jefes y sus oficiales,

que vienen a caballo los cuernos cortos del ejército federal.

La canción de la mañana de Francisco Villa

John Reed. México Insurgente.

 

Por. Raúl Jiménez Lescas

Juanito Reed, ya en el lado mexicano, se encontró con el “país de Urbina”, el poderoso general del norte Tomás Urbina R., compinche de Villa en sus tiempos de bandolero. El mismo que le confesó a Juanito: “Esta revolución. No se confunda usted. Es la lucha de los pobres contra los ricos. Yo era muy pobre antes de la Revolución y ahora soy muy rico”, nos recordó el historiador austriaco, Friedrich Katz (1998:306). Y, así tituló su primer capítulo de su libro célebre, México Insurgente.

El compadrito de Villa era ancho de estatura, tez “color caoba oscura, con una barba negra y rala hasta los pómulos que no escondía la boca ancha, de labios delgados y carentes de expresión, la nariz de amplios agujeros, los diminutos ojos animales llenos de humor”, anotó en sus papeles el reportero de la revista Las Masas.

Se ubicó Juanito en Parral, Chihuahua, donde un buhonero llegó al pueblito con una mula cargada de “macuche”, observó con atención mi reportero preferido; Reed se grabó esa voz mayo, tepehuano y yaqui de memoria; el macuche se fumaba cuando no se conseguía un mejor tabaco y fue trasladado desde Magistral, el pueblo montañés duranguense a tres días a caballo.

Recordó Reed que “todos se animaron, parloteaban alrededor del buhonero en tres filas pues hacía muchas semanas que el pueblo no oía acerca de la revolución. El hombre estaba lleno de rumores alarmantes: que los federales habían forzado su entrada a Torreón y se encaminaban hacia este lugar, quemando ranchos y asesinando a los pacíficos; que las tropas de Estados Unidos habían cruzado el Río Grande; que Huerta había renunciado; que Huerta se dirigía al norte para tomar el mando de las tropas federales; que Pascual Orozco había sido balaceado en Ojinaga; que Pascual Orozco se dirigía al sur con diez mil colorados. Contó estos informes con abundancia de dramatismo: caminaba con vigor hasta que su pesado sombrero café dorado se bamboleaba sobre su cabeza, retorcía su desgastada cobija azul sobre su hombro, disparaba rifles imaginarios y desenfundaba espadas ficticias, mientras que su público murmuraba: ‘¡má!’ ‘adió’, pero el rumor más interesante fue que el general Urbina se pondría en camino al frente de batalla en dos días.”, así circulaban las noticias de la revolución entre las tropas y el pueblo.

Entre los recuerdos de John Reed, con toda claridad anotó palabra por palabra y sentado en una fogata, el corrido “La canción de la mañana de Francisco Villa”:

Aquí está Francisco Villa

con sus jefes y sus oficiales,

que vienen a caballo los cuernos cortos del ejército federal.

Prepárense ahora, colorados, que han hablado tan recio, pues Villa y sus soldados

pronto les van a quitar el cuero.

Hoy llegó su domador,

el padre de los domadores de gallos, para correrlos de Torreón

al demonio con sus cuernos.

Vuela, vuela, palomita, vuela sobre las praderas,

y diles que Villa ha llegado para sacarlos para siempre.

La ambición se arruinará sola, y la justicia ganará,

pues Villa ha llegado a Torreón para castigar a los avarientos.

Vuela, águila real,

estos laureles llevan a Villa pues ha venido a conquistar

a Bravo y a todos sus coroneles.

Ahora hijos del Mosquito su orgullo se acabará

si Villa llegó a Torreón, ¡es porque pudo hacerlo!

¡Viva Villa y sus soldados! ¡Viva Herrera y su gente!

ustedes han visto, malvados

lo que un valiente puede hacer.

Ya con esta me despido;

por la rosa de Castilla,

aquí está el final de mi corrido al gran general Villa.

El sueño de Pancho Villa

Reed conoció al general Pancho Villa e interpretó de la siguiente forma, muy periodística desde fuera de los seguidores del caudillo:

“Sería interesante conocer el apasionado sueño, la visión que anima a este luchador ‘que no es lo suficientemente educado como para ser presidente de México’”.

Una vez me lo contó en estas palabras, señaló Reed:

–Cuando se establezca la nueva república ya no habrá más ejército en México. Los ejércitos son el mayor apoyo de la tiranía. No puede haber dictador sin ejército. El general fue contundente: sin ejército no hay dictador.

“Pondremos a trabajar a las tropas. Por toda la república estableceremos colonias militares compuestas por los veteranos de la Revolución. El estado les daría tierras agrícolas y establecería grandes empresas industriales para darles trabajo”. De hecho, antes de su muerte Pancho Villa tenía una colonia parecida a la que le contó al periodista estadunidense.

“Trabajarían muy duro tres días a la semana, porque el trabajo honesto es mejor que la lucha y sólo el trabajo honesto produce buenos ciudadanos; los otros tres días recibirían instrucción militar y saldrían a enseñar a la gente a luchar”. Este sueño villista es formidable: el trabajo honesto produce buenos ciudadanos. De los que faltan, aún en el México del siglo XXI.

“Entonces, cuando la patria fuera invadida, sólo tendríamos que llamar por teléfono desde el palacio de la ciudad de México, y en medio día toda la nación mexicana se levantaría desde los campos y las fábricas, totalmente armados, equipados y organizados para defender a sus hijos y sus hogares”. Espléndido sueño… algo parecido se trabaja en Venezuela y Cuba ante las amenazas de invasión extranjera.

“Mi mayor ambición es pasar mis días en una de esas colonias militares entre mis compañeros que quiero, quienes han sufrido tanto tiempo y tan profundamente por mí. Me gustaría que el gobierno estableciera una fábrica para producir buenas sillas de montar y bridas, porque yo sé hacer eso; y el resto del tiempo me gustaría trabajar en mi pequeña granja, criando ganado y cultivando maíz. Sería bueno, creo yo, ayudar a que México fuera un lugar feliz”. Mientras su compadrito, el general Urbina soñaba con hacerse rico, Villa tenía más que un sueño, una utopía posible. Un sueño utópico no tan alejado de la aspiración de millones de soñadores mexicanos: ayudar a que México fuera un lugar feliz.

Yo también tengo ese mismo sueño de mi general Villa.


Fuentes:

César Macazaga y Ordoño. Vocabulario esencial mexicano. México. Informática Cosmos. 1999 (Fondo: México antiguo).
John Reed. México Insurgente. México. Biblioteca del Político INEP. 2019.
Friedrich Katz. Pancho Villa. México. Era. 1998.
Electrónicas
Charles Townsend Copeland, en: https://www.thecrimson.com/article/1928/1/21/charles-townsend-copeland-pno-member-of/
John E. Haynes. A Frustrated Voice of SociaUsm, 1910-1919. The News Times. 1910. En: https://www.mnhs.org/market/mhspress/minnesotahistory/index.php
Jazmín Ortiz. Louise Bryant: una pluma al servicio de la revolución. Izquierda Diario. En: http://www.laizquierdadiario.com/Louise-Bryant-una-pluma-al-servicio-de-la-revolucion
Circunstancia. De: El jardín de Sevenels. Traducción: Marta Porpetta. Ediciones Torremozas, Madrid 2007. En: http://adamar.org/ivepoca/node/1498
Cosmopolitan Club, en: https://www.cosclub.com/general/viewHome

 

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