Miguel Ángel Mancera, senador por el PRD y exjefe de Gobierno del Distrito Federal ha sido inhabilitado para ocupar cargos públicos en la Ciudad de México.
Dudo que al doctor en Derecho le interese sumarse a la burocracia de la capital del país, pero creo que debe estar preocupado y ocupado hoy que miembros del su círculo cercano están siendo investigados por actos de presunta corrupción durante su administración.
Tan solo el miércoles, un domicilio (uno de tantos) de los hermanos Serna era cateado por las autoridades federales y de la capital del país.
Su primer procurador, Rodolfo Ríos Garza, es investigado por la Fiscalía General de la CDMX por irregularidades en el caso de una red de trata de personas que involucra a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, el primer priista de la Ciudad de México, al no ejercer acción penal en contra del dirigente del PRI.
Y eso que aún no se adentran en las investigaciones periodísticas de Sandra Romandía, Antonio Nieto y David Fuentes publicadas en Narco CDMX (Grijalbo) en donde echan por tierra la declaración de Mancera y sus procuradores y jefes de la policía en el sentido de que no había cárteles de la droga operando en la capital mexicana.
Las autoridades ya están encima del Cártel Inmobiliario, también desnudado por trabajos periodísticos (Paris Alejandro Salazar, Gloria Piña y Sandra Romandía en La Silla Rota), en el que participó, al menos, uno de sus secretarios de Vivienda.
Miguel Ángel Mancera llegó a la jefatura de Gobierno investido en su calidad de ciudadano -nunca se afilió al PRD- y por los índices de delincuencia a la baja durante su paso por la procuraduría capitalina.
Pero su mayor activo político no era él, sino la cercanía que le brindo su principal y único promotor, Marcelo Ebrard. Mancera traicionó a su benefactor político siguiendo un sueño que nunca fue suyo, sino de los zalameros que lo rodearon: ser candidato a la Presidencia de la República.
Mancera creyó que podría ser candidato independiente y ganar la Presidencia. En eso estaba cuando su círculo más cercano se dedicó, según las autoridades locales y federales, a cometer actos de corrupción. Él, Mancera, pensó que estaba aliado con el priismo, con Peña Nieto, pero no se dio cuenta que solo lo usaron para golpear a Ebrard y, de paso, a López Obrador.
Mancera está inhabilitado no solo por las autoridades sino, principalmente, por su actuación como jefe de Gobierno. El castigo oficial es por un año. Su desprestigio será por toda la vida.
La Letrina
Aún hay expedientes abiertos en el historial de Mancera. Sus antiguos aliados, sus hermanos del alma y sus “leales” colaboradores lo van a dejar más solo de lo que ya está.