El Covid19 tiene confundidos a los mexicanos en un laberinto de fechas, picos, mesetas; pero también preocupados por si lleva a la muerte, a la ruina o a dejar de comer. Como lo he comentado, la epidemia ha puesto al mundo de rodillas sin hacer diferencias entre ricos y pobres, pero con estos últimos se ensaña como cualquier otra calamidad o desastre natural. Así de fuerte es el dilema. Así de fuerte la responsabilidad para quienes gobiernan. Y así de fuerte el compromiso para paliar una crisis sanitaria que no tiene precedentes en los últimos 100 años en el mundo.
¿Realmente ya pasó el peligro de la pandemia? ¿Hemos aprendido a cuidarnos los 120 millones de mexicanos? ¿Ya podemos salir a las calles? En su último corte la Secretaría de Salud informó de 17 mil 141 fallecimientos, 269 nuevas muertes reportadas en un día y 146 mil 837 casos confirmados acumulados, 4 mil 147 más reportados en las últimas 24 horas. Esos son los números a tres meses de la pandemia.
Y con esos números a cuestas, la CDMX – que es la entidad de mayor contagio y número de muertos- se prepara para reactivar gradualmente las actividades económicas, no así su vecino el Estado de México con el que comparte una extensa zona metropolitana.
El propio presidente aseguró que ahora sí el país va de salida de la pandemia. E incluso pidió a la población salir y cuidarse sola, “no es para echar al vuelos las campanas”, dijo, pero consideró que ya pasó lo más difícil y lo más riesgoso, “en tres meses ya aprendimos a cuidarnos”.
En su último reporte Integralia Consultores que dirige Luis Carlos Ugalde, dice que a poco más de tres meses de la llegada del Covid19 a México, la respuesta del gobierno federal se ha caracterizado por ser tardía, errática y contradictoria. Falló, según Integralia, en la estimación del pico de la pandemia y en el número de fallecimientos. Apunta como un acierto, las medidas para ampliar la capacidad hospitalaria junto con el sector privado y la compra de ventiladores que ha impedido ver escenas generalizadas de pánico afuera de los centros de salud. En la parte económica el análisis preocupa. Considera que el saldo final en materia social será negativo por el impacto del desempleo formal e informal. Y pronostica que algunas organizaciones criminales saldrán reforzadas con la contingencia.
Y mientras tanto ¿qué hacemos como ciudadanos? Pues lo que dicta el sentido común: quedarse en casa mientras se pueda, mantener la sana distancia, utilizar el cubrebocas, lavarnos las manos o usar gel. ¡Y que no nos impacten la cifras de muertos y de contagiados! ¡Ya aprendimos en tres meses! Allá nuestras conciencias y las conciencias de todos. Para qué preocuparse.