«DOLCE ÁLTER EGO» La vida es hoy - Mujer es Más -

«DOLCE ÁLTER EGO» La vida es hoy

 

El guardarropa para el trabajo y las fiestas lleva casi dos meses cerrado. Los perfumes con notas de vainilla, cedro y ámbar siguen esperando una noche especial para destilar sus aromas. Las copas finas y los manteles de fiesta siguen en el cajón.

Las maletas grandes de viaje que algunos ya habíamos alistado para viajar en Semana Santa volvieron a su lugar, en lo alto de clóset, y muy seguramente se quedarán allí muchos meses más pues, si bien nos va, por un rato sólo podremos realizar viajes locales.

Durante el confinamiento, muchos objetos o artículos considerados superficiales o banales han perdido todo su sentido ante la urgencia de sobrevivir sin más. Si has tenido la fortuna de quedarte en casa con la despensa necesaria y uno que otro insumo considerado de lujo, eres más que afortunado, y seguramente durante la cuarentena has experimentado, más que un sentimiento de gratitud, algo de culpa ante la incertidumbre a la que hoy se enfrentan muchísimas personas.

Sin embargo, a mes y medio de encierro caigo en la cuenta de que no vale la pena estar en modo de espera, diciéndonos “cuando esto pase, haré esto o aquello”, porque con o sin pandemia nadie sabe cuándo será su último día. Acepté que con el pretexto de no tener tiempo he dejado en espera muchas cosas importantes para mí. Por fortuna, una de ellas la concreté justo hace unos días.

Llegué a la conclusión de que la vida es hoy. Aun con el Covid está pasando y debemos transitarla con lo que hay. Por eso creo que todos deberíamos preguntarnos: ¿quién quiero ser ante esta situación?

Yo elegí ser paz y eso no significa que niegue mis sentimientos de frustración, incertidumbre o intolerancia. No. Significa que elijo mis batallas y prefiero enfocarme en lo que sí importa. En casa me basta con pensar en cómo quiero que mis hijos recuerden esta etapa de su vida cuando sean unos adultos independientes, para recordarme a mí misma que ante ellos debo ser una “dadora de felicidad”.

Ese cliché de “no guardes nada para una ocasión espacial” está más vigente que nunca, y es por eso que descorché mi vino más caro para disfrutarlo sin un menú especial. También una de estas tardes lluviosas me rocié en el cabello mi “Parfum Divine”; cada vez que mi cabeza giraba, el aroma a vainilla y almizcle me ponía de buenas. La otra noche, durante el ritual de limpieza, caí en la cuenta de que ninguna crema –por fina que sea– hace maravillas en nuestro rostro igual que el acto de dormir más de lo suficiente y alejarnos del sol.

Tampoco es necesario pasar la noche en un gran hotel para consentirnos. Con sólo encender mi vela con aroma a cerezos en flor, mi alma regresa a la primavera que estuve en Kioto contemplando sus paisajes teñidos de un rosa sutil.

Pequeños placeres que nos invitan a estar en el presente, tan sencillos como sostener la taza del primer café del día con las dos manos sin ver el celular ni el periódico y mucho menos un documento de trabajo. Sólo beber e inhalar el aroma con todo el placer que eso implica.

No dejaré para una ocasión especial el antojo que tengo un por un guiso inusual, y es por eso que esta misma tarde recrearé un menú de la chef londinense Nadiya Hussain cuyo plato principal es un pescado con costra de mermelada de naranja, eneldo y pan molido sobre cama de papas con tomates secos.

De sólo imaginar su sabor se me hace agua la boca. Para el postre, hornearé su Tarta Tatin con plátanos caramelizados. Un capricho que obtuve después de ver al hilo su nueva serie Time to Eat with Nadiya (2019), disponible en Netflix.

Aunque no hay nada “especial” que celebrar, vestiré la mesa con mi mantel bordado y la porcelana italiana, porque la vida es hoy y porque aquí seguimos, vivos y juntos.

 

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